33. Mes seis: no puedo.

23.4K 1.3K 34
                                    

No puedo creer que lo estés intentando, B —la voz de Gracie sonaba aguda a través del teléfono. — ¿Hace cuánto tiempo lo decidiste?

—Hace un mes, bueno, casi dos —Barbara mordió su labio, tratando de no sonar –ni sentirse-culpable, pues recordaba que Gracias había tenido realmente un crush con Tobías y a la vez, también le incomodaba.

— ¿Y cómo va todo? —Esta vez quien preguntófue Faith — ya sabes, ¿estas enamorada?

Barbara hizo una mueca. No se había enamorado, no sabía si quería a Tobías. De lo único que estaba segura, era que le gustaba, le gustaba pasar tiempo con él, le gustaban los pequeños detalles que compartían. Pero simplemente no podía acostumbrarse.

—No —confesó después de un rato, casi olvidándose que estaba llamando por teléfono. —La verdad es que todo era mejor cuando solo nos besábamos sin saber que estábamos haciendo, quiero decir, ahora estoy más presionada, es cómo si cada que estamos juntos tengo que quererlo solo porque no quiero romper su corazón —suspiro ruidosamente. —Es complicado.

—De todas formas no puedo creer lo mucho que han avanzado —la animo Gracie. — No podías pensar en él ni como un amigo y ahora temes romper su corazón.

Y volvió a suspirar, era cierto y quién sabe, a lo mejor podía quererlo como él quería pronto.

— ¿Entonces no cancelarán la boda?

—No sé —confesó. —No sé nada, solo sé que quisiera que esto nunca hubiera pasado, es tan... exasperante.

—Yo creo que si lo quieres a él, pero no casarte.... —opinó Gracia —Lo quieres, pero es una locura si se casan, y por eso no lo aceptas.

—Concuerdo con Gracie, ustedes se quieren... pero tienen toda esta presión encima que los hace ir demasiado rápido.

Las tres se quedaron en silencio sin otra cosa más que decir. Era verdad, y si no lo era del todo, tal vez era lo más cercano.

— ¿Ya lo hicieron? —preguntó de la nada Gracie haciendo sonrojar a Barbara.

Siempre estaban a punto de hacelo, pero simplemente no estaba lista. Nunca estaba lista ni con él, ni con nadie. Pensaba que nunca podría, su problema seguía ahí.

—No. —susurro como si fuera un secreto. —Les juro chicas que cada vez me siento más incómoda.

—Entonces habla con él, Barbara —sugirió Faith, pero casi sonó a una orden —No conozco al chico, pero supongo que entenderá.

Barbara asintió pero se sintió torpe, no la podían ver.

—Lo haré —contestó, al mismo tiempo que se levantaba del sillón y ponía sus zapatos. —Las dejo chicas, tengo cosas que hacer —y colgó sin escuchar respuesta porque estaba segura que si lo hacía, hablarían de más y más cosas y la cosa no pararía, las extrañaba y quería ponerse al día con ellas pero lo único que ella quería era buscar a Tobías.

Ese día había decidido tomarse el día, con el pretexto de que le dolía la cabeza, pero la verdad –la que la torturaba- era que quería separarse un poco de Tobías y quedarse en casa.

Había cumplido lo que había prometido, de verdad trataba de intentarlo con Tobías, pero todo se hacía simplemente más difícil. No estaba acostumbrada a ser querida en que Tobías lo hacía.

—Señorita Parker, ¿no iba usted a tomarse el día libre? —le preguntó su secretaria cuando llegó a la empresa, se veía nerviosa y asustada, casi como siempre que estaba cerca de Barbara.

—Necesito hablar con Tobías —explicó ella y se dirigió hacía el elevador con su secretaria detrás de ella.

—El señor Hayes está en una junta muy importante, pero si quiere puede esperarlo. —le informó con voz temblorosa que la hizo irritarse aún más,

—Lo esperare en mi oficina, Laura. —le contesto entre dientes. —Permíteme recordarte que trabajo aquí y sé cómo funciona esto.

Laura se limitó a asentir asustada y se mantuvo callada en el trayecto a su oficina, lo cual ayudo a Barbara a no salirse de sus casillas.

—Señorita, ¿de verdad no prefiere esperarlo en la sala? —insistió Laura, cuando Barbara estaba a punto de entrar a la oficina que compartía con Tobías. Entonces entrecerró los ojos hacía la rubia, que se veía más asustada que antes, incluso estaba pálida.

— ¿Qué está pasando, Laura? —preguntó. La verdad es que sospechaba que estaba escondiendo algo, es decir, ella siempre era nerviosa pero hoy parecía estarlo aún más.

Pero Laura no respondió, solo mordió su labio y miro discretamente hacia la oficina, entonces fue cuando esperó lo peor. ¿Acaso Tobías estaría con alguien ahí adentro? ¿La estaba engañando? Recordó a todas las secretarias rubias y lindas que había en la oficina, ¿cuál de todas ellas estaría ahí?

Su estómago se contrajo cuando pensó en una rubia en particular, la más fastidiosa y zorra de todas.

—Cindy... —susurró tan bajo que ni siquiera Laura la había escuchado.

Entonces decidió que iba a entrar, contó hasta tres ignorando lo que su secretaria le decía y abrió la puerta.

—Barbie, hija... —escuchó la voz de su madre. Adentro solo estaban sus padres y Tobías. Fue cuando pudo respirar mejor y sintió a su corazón relajarse.

— ¿Qué hacen todos aquí? —preguntó, aún no sabía porque tanto misterio y por qué su madre estaba ahí. No estaban enojadas, pero tampoco estaban en sus mejores términos pues nunca habían hablado de lo sucedido, simplemente lo habían dejado pasar.

—Hija, ¿no te sentías mal? —escuchó a su padre pero lo ignoró por completo cuando su mirada se encontró con la de Tobías y recordó porque estaba ahí.

—Toby... ¿puedo hablar contigo un segundo... a solas? —le preguntó, vio a Tobías juntar sus cejas y asentir.

— ¿Estas bien? —le preguntó, ella no resistió más y agacho la mirada asintiendo.

—Bueno, los dejamos solos. —dijo su padre y salió de la oficina junto a su madre.

—Era una sorpresa, pero tus padres y yo hemos decidido que la boda sería en tu playa favorita del mundo... ¡Dubái! —lo vio esbozar una sonrisa, tal como un niño pequeño, y entonces Barbara sintió que su corazón dolía.

Cerró sus ojos y tomó una gran cantidad de aire como si de tomar valor se tratara.

—Tobías yo... y-yo no p-puedo —soltó de repente, sin abrir los ojos. Era una cobarde, no quería ver la reacción de Tobías.

¿Comprometidos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora