16. Mes uno: no soy ella.

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Septiembre había llegado y con ello el trabajo. Faith y Gracia habían regresado a Europa lo cual hacía los momentos de la no-pareja más miserable.

—No lo entiendo —pregunto Toby, — ¿Por qué estas molesta? Llevamos un mes actuando como pareja y solo estaremos en una oficina, puedes ponerte audífonos, yo los míos y nos ignoramos todo el día.||

Barbara rodo los ojos apenas lo escucho.

—No, imbécil.... Esto es aún peor, porque uno: todos van a ponernos más atención y dos; ¡estoy tana harta de esto! Te detesto, eres asqueroso, tu aliento es de la mierda y quiero salir con otros chicos.

Bien, eso desconcentró solo un poco a Toby, quién estaba consciente que Barbara era buena con él para no hacerlo peor, porque él también trataba de soportarla y no pelear para tener paz. Pero honestamente era horrible estar con ella.

—Como si a mí me encantara esperarte cada vez que entras en pánico porque no sabes que ponerte para una estúpida fiesta, además eres más arrogante que antes y me tiene harta tu actitud de niña de diez.

— ¡Por lo menos me lavo la boca! —contraataco ella, Toby solo rio. ¿En serio creía que eso lo iba a molestar?

—Los dos sabemos que mientes, ahora... ¿puedes dejar de ser tan infantil? Estas apunto de dirigir un proyecto de beneficencia con tus manos. —respondió el, sin una pizca de molestia en su voz.

Ella lo fulmino con la mirada.

— ¿Por qué no admites que te vuelvo loco? —le pregunto ella dela nada, observando sus uñas aun sonriendo. Era imposible que Tobías no se fijara en ella. Era tan hermosa y hasta él debía notarlo, ella tenía clase, un cabello y figura envidiable... ¿qué más quería él?

—Claro que me vuelves loco, Señorita Infantil. —admitió. —Pero, obviamente no de la manera sexy, ¡no, maldición! Haces mi cabeza explotar con tu voz chillona.

— ¡Yo no tengo voz chillona! —comenzó a golpear el pecho de Tobías, con las mejillas rojas del enojo. —Mi voz es hermosa. —le dijo, aun tratando de lastimarlo. —Chillona la voz dela idiota de tu ex.

Tobías se rio a carcajadas pero su corazón dolió por la mención de Cindy.

—Estás celosa. —sonrió el, sabía que no estaba celosa, sabía que entre ellos no había esa química pero por eso mismo lo decía, le gustaba molestarla.

— ¿Celosa de la operada? Ja, ja... ella es tan... —y no termino su frase porque de un momento a otro, tenía a Tobías besándola, y por un momento ella pudo imaginarse la típica escena en las películas, dónde el la besa sin permiso y la conquista. Pero como el infierno, ella ya no quería probar ni un beso más. Así que mordió su labio fuertemente, haciendo que él se apartara pero para su sorpresa, él no se quejó ni le grito.

— Barbie, cariño... ¡controla tus hormonas! —escucho la voz de su madre, quien se acercó a poner un pedazo de una toallita húmeda en el labio sangrado de Toby.

Ahora lo entendía. Su madre los estaba mirando discutir y él la beso. Contó hasta veinte para volver a entrar en el papel de enamorada.

Sonrió.

—Lo siento, es que él me provoca...

Su madre rio.

—No quiero escuchar eso, hija —su madre la miro, entre divertida y seria. —Ahora ambos a la camioneta, el día va a empezar.

...

—Bienvenidos a la empresa, Sr. Y Sra. Hayes.

¡QUE, ¿QUÉ?!

— ¿Cómo has dicho? —pregunto Barbara, rechinando los dientes.

La empleada rubia, que sería su secretaria se distorsiono. Barbara se imaginó aun chihuahua y era exactamente igual

— ¿Disculpe? —pregunto de nuevo.

—No sé si estas enterada, pero solo estamos comprometidos, no casados y por ende aun soy una Parker, ¿entendido? Nada de Sra. Hayes o vas buscando un nuevo empleo. —sonrió con maldad.

La rubia cara de chihuahua parecía asustada, Barbara por su parte se deshizo de su sonrisa al darse cuenta que lo había arruinado.

Tobías carraspeo, entrando a la conversación.

—Es que ella ama su apellido. —la excuso Toby.

— ¡Así es! Estoy en contra de que la mujer pierda su apellido. —siguió el juego de Toby. —Eso, querida... es machismo, ¡apoya el feminismo!

La rubia asintió mil veces, aún pasmada.

—Claro, Sra. Parker —hablo con temblor en su voz.

Después de eso, ambos se dirigieron a su oficina, en el último piso de aquel edificio, que abarcaba gran parte de este y una de las paredes no eran más que un cristal que daba a la vista oda la ciudad.

—Perfecta oficina para cumplir algunas fantasías, ¿no? —escuchó a Tobías murmurar, Barbara se dio cuenta que era más para él que para ella.

—Tal vez me acabas de confundir con la zorra de tu ex novia. —lo empujo por el hombro.

Toby reacciono de pronto, mirándola sin vergüenza.

—Uy, maldición, no eres ella. —se quejó.

Barbara aguanto su respiración, conteniéndose para no matarlo, pero de pronto tuvo una mejor idea.

Se acercó a Tobías lentamente con una sonrisa, quitándose el saco que llevaba; se quedó en una fina blusa blanca. Lo sentó en el escritorio, aprovechándose de que se veía confundido y se sentó a horcajadas en él.

Sabía que sería la más arrepentida de jugar así, pero tenía que aclarar un punto con él.

— ¿Q-qué estás haciendo? —balbuceo él.

—Shh... —lo hizo callar, poniendo un dedo en sus labios. —Toby, ¿hace cuánto que no tienes sexo? —Le pregunto sin intenciones de dejarlo contestar, pasó sus manos en su pecho y lo acarició, también desabrocho su camisa lentamente. —Ay, Toby... es obvio por tu única reacción de esta hermosa oficina, luce... imponente, de película, sí... ¿crees que podríamos hacer algo?

Tobías estaba en blanco, con la entrepierna de Barbara rozando su pierna, la única cabeza que podía pensar era, la segunda.

Barbara, por su parte de concentro en quitar la camisa de Tobías por completo y puso sus labios en su oreja.

—Toby... tienes tantas ganas ahora que creo que me suplicarías, ¿no es cierto? —le pregunto, rozando sus labios hasta la comisura de sus labios, él abrió la boca para que lo besara.

Pero Barbara rio.

—Pero yo no soy Cindy. —dijo con maldad. Fue cuando Tobías pudo reaccionar.

—Yo no soy una fácil como ella, Tobías —hizo una pausa para admirar su cara incrédula. —Y aclaro mi segunda teoría: te vuelvo loco.

—Chicos, no se olviden que... —la puerta se abrió de repente, mostrando al señor Parker detrás de esta.

Barbara se paró como rayo de las piernas de Tobías y él, trataba de volver a ponerse su camisa.

No era una escena bonita.

— ¿Qué creen que están haciendo? —pregunto su padre, molesto.

Las mejillas de ambos enrojecieron.

Maldición, juego equivocado.

¿Comprometidos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora