ᴘᴀʀᴛᴇ ᴅɪᴇᴢ

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El silencio es estremecedor, y me cala hasta lo más profundo de los huesos.

El logrado que Felix se tranquilizara, y los latidos de mi corazón también pusieron de su parte al normalizarse. el bebé también ha dejado ya de llorar y está siendo arrollado por los brazos de mi novio.

Estoy regresando de nuestra habitación y no puedo evitar quedarme parado en el umbral, viéndole

Aún a pesar de las circunstancias, puedo estar lo suficientemente tranquilo de que dentro estamos a salvo, como para tomarme unos minutos y apreciar a mi hermoso novio.

El bebé balbucea entre sus brazos, mientras es mecido entre estos de manera pausada y tranquila. El cabello de Felix cae con gracia sobre su frente, sus labios están abultados naturalmente dando la vista de un precioso puchero que me llama a tomar en mi boca, su carita está hinchada por el llanto anterior pero no por eso luce menos hermoso, sus ojos miran al bebé en sus brazos que ha comenzado a hacer burbujas de baba (lo que inevitablemente me hace recordar a Tarzán), con sus párpados caídos y un par de magníficas cortinas de tupidas pestañas haciendo sombra bajo sus ojos.

No puedo evitar soltar un suspiro de bobo enamorado, algo bastante sonoro para mi gusto. Pero ¿Qué puedo hacer? Este chico me tiene a sus pies.

—¿Qué tanto me miras, hm?—Me pregunta cuándo me suspiro le ha hecho voltear.

Me ha atrapado observándole embobado y yo no había caído en cuenta de ello hasta que él ha hablado. ¿Ven a lo que me refería cuando dije que este chico me tiene a sus pies?

—Sólo estaba tomándome un momento para apreciar lo bello que eres, amor. Nada importante.

Y que venga el mismo diablo y me arrastre junto a él al infierno si el sonrojo de Felix no hace a mi corazón latir desenfrenado en mi pecho.

—No digas esas cosas.—Dice cohibido.

—¿Por qué no?

—Me da penita.

¡Dios! Es tan adorable, joder.

Estoy apunto de decir otra cosa que le haga sonrojar aún más (porque no voy a mentir, me encanta verlo sonrojado), pero el bebé comienza a llorar, no tan escandalosamente, pero si lo suficientemente alto para que nos percatemos de ello.

—Debe tener hambre.—Comento, luego de que Felix se asegurara de que su pañal no estaba sucio.

Hago una mueca al recordar el destino que tenido su madre.

—Busquemos algunas verduras para cocer y hacerle una papilla.

Asiento y me encaminó a la cocina.

Busco en el frigorífico y voy sacando algunas verduras. Él arrulla al bebé entre sus brazos mientras tanto.

Cuando terminó de sacar todas las cosas, él me tiende al bebé y yo lo tomo entre mis brazos. ha dicho que él quiere hacer la papilla para el nene y bueno, ¿Quién soy yo para negarme?

Tomo asiento y coloco al bebé en mi regazo. Subo y bajo mis piernas para que su cuerpecito rebote de forma graciosa y él comienza a reír. Quito las lágrimas de sus mejillas sonrojadas y abultadas y el nene toma mi mano entre las suyas. Le dejo hacer de todo, y parece entretenerse bastante con la pulsera de plata en mi muñeca, pues toma la joya entre sus regordetes dedos y la mueve de un lado a otro.

Sonrío melancólicamente. Su madre debería estar aquí con él también.

—Parece que le ha gustado tu pulsera, sexy.—Me dice Felix mientras hecha las verduras al fuego.

—Sí, eso parece.—Digo con una sonrisa mientras observó al bebé dar golpecitos a la pulsera.—Encenderé la televisión a volumen bajo, ¿Vale?

—De acuerdo.

Felix me había insistido durante mucho tiempo para tener una televisión en la cocina. Él decía que era para ver los tutoriales y cocinar para mí, aunque claramente eso nunca pasó, pero la televisión seguía aquí en la cocina.

La enciendo y bajo un poco el volumen. Pasó de canal en canal. me detengo abruptamente en uno al notar lo que transmiten.

Soldados.

Cientos de ellos, combatiendo contra los sensoriales, aniquilándolos sin piedad ni esfuerzo alguno.

Esto podría representar pérdidas significativas de la población mundial”

Los responsables ya han sido capturados”

Estados Unidos llevó a cabo un experimento secreto que resultó dar los resultados que esperaban. Su intención era inyectarle un virus a varias personas que fueran a abordar vuelos a Corea del Sur, China y Rusia con la intención de propagar el virus y así acabar con gran parte de la población de estos lugares, que sabemos han sido grandes rivales desde siempre; además, intentarían venderles el antídoto a cambio del poder total sobre diversas tierras. No contaban con que el virus se propagaría no sólo estos tres lugares mencionados, sino que, de alguna manera, se esparciría por todo el mundo, incluido su propio país.”

Corea del Sur está ahora mismo el radicando a las criaturas y mandando a más soldados capacitados en busca de sobrevivientes libres del virus. Éstos serán llevados a un refugio en donde se les brindará comida, protección, agua y todo lo necesario para su supervivencia, si algún sobreviviente está viendo esto, por favor envía un mensaje de su dirección a este número que aparece en pantalla, los soldados serán informados de ello se irán a buscarlo lo más pronto posible.”

Abro mis ojos al escuchar aquello y luego escuchó una cuchara de madera golpear el sartén. Felix también está asombrado como yo.

—¿Cómo es posible... Cómo puede un país hacerle eso a otro? Dios... ni siquiera piensan en toda la gente inocente que ha muerto por causa de su obsesión por el poder... Ellos no tienen corazón...—Dice mi chico entre espasmos de un llanto que quiere hacerse presente.

Me levanto rápido de mi lugar y me acerco a él hasta que lo tengo envuelto en mi brazo, mientras que sostengo al bebé con el otro. Lo abrazo tanto como puedo y lo pego por completo a mí, llorando en silencio junto a él. El nene parece estar confundido por mí el repentino cambio de humor y limpia torpemente mis lágrimas con sus rechonchas manitas. Río cuando uno de sus deditos casi me pica un ojo.

—Vendrán por nosotros, hermoso.—Le susurro al oído a Felix.—Sólo debemos esperar. Ellos vendrán.

Él asiente de acuerdo conmigo y se separa de mí.

—Mandemos el mensaje.

Saco mi celular y luego de agendar el número que aún aparece en la pantalla de la televisión, escribo un mensaje con nuestra dirección, número de piso y departamento, y la cantidad de personas que somos, asegurándome de aclarar que hay un bebé con nosotros; más vale.

Me río mientras beso a Felix tanto como puedo. Sus labios, mejillas, sus párpados, su frente, no hay ningún rincón de su rostro que no haya besado.

El bebé se recuesta en mi hombro y Felix oculta su rostro en mi cuello.

Entonces así se sentiría tener un hijo junto a Felix.

Él termina de preparar la papilla y entre los dos le damos de comer al nene. Me llega un mensaje del número de la televisión, tres simples palabras que me hacen suspirar entrecortadamente y soltar más lágrimas.

"Estan en camino"

ꜰɪɴ

ɴᴏ ʜᴀɢᴀꜱ ɴɪɴɢÚɴ ʀᴜɪᴅᴏ  [c h a n l i x]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora