Failed Christmas

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Estar en invierno significa siempre sufrir por las bajas temperaturas que se apoderan del clima. El frío intenso cala hasta los huesos y el ventisca helada ataca sin piedad a cualquier transeúnte.

Los suaves copos de nieve caían del cielo en una suave llovizna y la nieve de la noche anterior se aglomeraba alrededor de las casas y a lo largo de las calles, su color blanco contrastaba a la perfección con las alegres y brillantes luces de colores que se asomaban en cada hogar.

Un chico de tez blanca, nariz respingada y cabello rubio platinado largo hasta los hombros, estaba de pie en el porche delantero de la casa de sus padres. Aferraba con fuerza a su torso su grueso abrigo gris, llevaba puestas unas botas de cuero negro y en su cabeza un pequeño gorro rojo con una borla blanca en la punta. En su mano derecha mantenía un cigarrillo a medio acabar.

—Festividades de mierda —murmuró un poco hastiado.

Expulsó la última bocanada de humo y apagó la colilla de su cigarrillo contra la cabeza de un Papá Noel que estaba junto a él, dejando una enorme mancha negra en la superficie. Sacó un par de mentas de una cajita de plástico y las llevó a su boca para contrastar un poco el aroma a cigarrillo, dio una respiración profunda y tomó la perilla de puerta, la giró y finalmente entró.

—¡Feliz Navidad! —dijo al entrar, sin ninguna pizca de emoción en su tono de voz.

—¡Cariño! —exclamó su madre yendo a su encuentro—. ¿Esto es lo que usas para la cena de navidad? Ni siquiera traes un traje —dijo la mujer viéndolo de pies a cabeza con resignación.

Él se había deshecho del abrigo, estaba usando unos pantalones de jeans celestes y una camisa manga larga color negra.

—Estoy bien así mamá, gracias —respondió con una media sonrisa—. La casa se ve hermosa.

—Bueno tu tía Marie trajo al Santa Claus del centro comercial —dijo Donna mientras se adentraban a la sala de estar. Marie estaba sentada con la piernas cruzadas sobre el regazo de un hombre moreno vestido con traje de Santa Claus—. Y tu sobrina hizo de las suyas en el pesebre.

—Al menos había quitado antes al niño Jesús —comentó una voz a las espaldas de Gerard—. ¡Feliz Navidad Gee!

—Gracias Mikes. —Gerard sonrió y abrazó a su hermano mayor.

—¿Quieren galletas de jengibre? —preguntó Donna, ofreciéndoles una bandeja con muchas galletas caseras cortadas de distintas formas.

Gerard tomó una y Mikey lo abrazó por los hombros, lo guió hacia la cocina. Donna los seguía de cerca.

—Oye, Vic dijo que no lo llamaste. —Gerard rodó los ojos, ya comenzaban.

—Lo siento, pero no puedo salir con un payaso profesional, no podría dormir.

—Bueno Gee, pero ya pasaron seis meses tienes que conocer a alguien.

—¿Y cómo espera conocer a alguien cuando se queda en casa todo el día en pijamas? —intervino Donna.

—Hago Home Office mamá, a mi jefe no le importa que traigo puesto mientras cumpla con mi trabajo —dijo dando una mordida a un panecillo de queso—. Pero si me pide que mi madre deje de hacerme llamadas en horario laboral.

—¿No sigues fumando verdad? —dijo la mujer mayor ignorando el comentario de Gerard, ella cruzó los brazos sobre su pecho y le observó.

—No mamá ya no estoy fumando, fue el conductor del Uber.

—Bueno sé que ésta época es estresante pero recuerda que ningún hombre quiere casarse con un fumador —Donna comenzó a caminar en dirección de la sala, dejando a Gerard solo junto a la isla de la cocina. Al pasar a su lado, paró y dijo—. Que miente...

H♡LIDATE ➛FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora