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El cuerpo inconsciente y delgado que Daryl cargaba fue depositado sin mucha delicadeza sobre la silla en medio de fría y húmeda celda esa fresca noche de verano.
Fue un alivio para el cazador dejar de sentir la piel de aquella pelirroja. Actualmente, no había un solo ser que se le asemejara a ella en cuanto al asco y repudio que sentía.
Ni siquiera un caminante.
Y es que los recuerdos de esa noche aun prevalecían en su mente.
Los faros de los vehículo en torno aquel gran círculo en medio del bosque se mantenía ocupado por once personas de rodillas y una frente suyo, quien portaba un bate rodeado por púas además de una sonrisa enorme y jocosa en su rostro, que se paseaba de un lado a otro, tratando de elegir a quien le aplastaría el cráneo a la brevedad.
—Rayos.—se quejó Negan.— No sé a quien elegir. ¿Saben qué? Tengo una idea. —proclamó, señalando a Rick con su bate.— Ta...—comenzó a jugar con los presentes.— Te... Ti...— una sonrisa socarrona apareció en su rostro.— No.— canturreó, retrocediendo unos pasos.— Solo bromeo, idiotas. Esta parte la iba a hacer yo, pero mi querida Arizona...—
Una pelirroja salió del remolque que completaba el círculo de vehículos alrededor, contoneando sus caderas a medida que se acercaba. Sus pupilas iban dilatadas con su mirada fría, pero apacible; sus labios acompañaban la noche con un profundo rojo escarlata.
Se detuvo junto al líder salvador y este extendió una sonrisa retorcida, tomándola de la cintura y juntando sus labios de manera delicada. La pelirroja tomó una de sus mejillas y le devolvió el beso con devoción y lujuria.
Él le dio fin a ese beso con una risita y sacudió su cabeza, como si aquel contacto hubiera renovado sus energías por completo y ahora estuviera totalmente satisfecho.
—Es una belleza, ¿no es verdad? — cuestionó con una sonrisa plasmada.—Pero anda algo endemoniada estos días, ¿y quién rayos soy yo para interponerme?— se separó de ella, cediéndole el bate. La tomó nuevamente de la cintura y se acercó a su oído para susurrarle... — Deséales feliz año nuevo de nuestra parte, cariño, ¿sí?—
Arizona ensanchó una sonrisa que dejó a entrever sus perlados dientes y llevó el bate a su hombro, caminando hasta estar frente al líder del grupo emboscado.
—No sabían quiénes eran, ni de dónde eran. —musitó frente al ojiazul, casi en un ronrroneo. Rick conectó su dura mirada a la suya. — No sabían nada sobre ellos. —endureció su voz.—Pero vinieron en mitad de la noche, y los masacraron mientras dormían. Como cobardes.— se apartó de él y comenzó a pasearse delante de la fila para escoger a su víctima. Decidiéndose finalmente. — Sí... Y recuerden, ustedes hicieron esto. Lo que pase después, es culpa suya.—sonrió desquiciada.— ¡Bienvenidos al nuevo mundo!—
