Epílogo

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En un cuarto desconocido yacía el cuerpo desnudo de una chica, en su nívea piel solo se podían notar leves moretones, mordidas y unas que otras marcas que de seguro tomarían algunos días en desaparecer. Aquella chica de cabellera castaña estaba desconcertada, no sabía qué hacer luego de aquello y mucho menos sabía en dónde estaba.

La noche anterior (en lo poco que puede recordar) conoció a un guapo y gentil hombre en el club al que sus amigas la habian llevado, aquel hombre de pelo azabache estuvo toda la noche a su lado, charlaron de temas banales, fue bastante elocuente y divertido haciendo que la menor se interesara totalmente en él, tomaron un par de copas y... y eso era lo único que recuerda, ya que al entrar en el auto de ese desconocido, se desmayó por todo el alcohol ingerido.

Se supone que sólo sería una simple follada con ese tipo y listo, ni siquiera recordarían el rostro del contrario al día siguiente, pero que equivocada estuvo.

...

Después de desmayarse, la chica no supo nada más, hasta que de repente sintió un fuerte ardor en su espalda, haciendo que se despertará de inmediato sin saber que pasaba. Al aclarar su vista notó que era incapaz de moverse, estaba sobre una cama posicionada boca abajo, completamente desnuda y sus manos estaban atadas con lo que parecían unas sogas, ni siquiera fue capaz de adivinar algo relacionado a la presente situación cuando volvio a sentir aquel ardor que hizo estremecer su cuerpo, esta vez siendo aún más fuerte que el anterior, haciendo que un gemido de dolor saliera de sus pálidos y carnosos labios.

- Me alegra que hayas despertado - alegó una voz grave en aquella habitación.

Aquella voz se le hacía conocida, pero era incapaz de recordar a quién le pertenecía. En ese instante sintió como su cabellera era tomada bruscamente, haciendo que nuevamente gimiera de dolor.

- ¿Quién eres? - sintió como si su cuero cabelludo fuera a ser arrancado por tal acción. - Por favor, desátame.

- No, no puedo hacer tal cosa - respondió el de profunda voz, haciendo erizar la piel de la castaña - No puedo dejar que un juguete tan valioso como tú no me pertenezca esta noche.

- ¿Pero qué carajos piensa hacer este tipo? - pensó alarmada la menor.

- ¿¡Qué carajos quieres de mí!? - preguntó histérica la chica, forcejeando con aquellas sogas aunque los intentos fuesen totalmente en vano.

- Shh - silenció el hombre, metiendo bruscamente dos de sus dedos en la boca de la chica y acercándose a su oido - Me duele que me hayas olvidado en tan solo un par de horas. Y querida... - deslizó su otra mano por la espalda de la chica, enviando pequeñas descargas por tal acción - es más que obvio lo que quiero ¿no? - descendió su mano hasta uno de sus glúteos y le propinó una fuerte nalgada, haciendo que su pálida piel se tornará rojiza al instante.

- ¡Ah! pa-para - pidió entre sollozos - p-por favor para - pero el peli negro no se inmutó ante sus gritos, aquello sólo lo hacía excitarse más.

- No le veo el por qué de tal acción, si aquí abajo estás bastante dispuesta para mí. Vamos, quiero oír tus gritos. Se que esto te va a gustar - Y luego de decir esto, introdujo rápidamente uno de sus largos dedos en la entrada de la joven, sacando y metiendo el mismo una y otra vez, haciendo que se creara un sonido tan obsceno al hacerlo.

La castaña con lágrimas en sus claros y grandes ojos, gemía y temblaba de miedo, haciendo que poco a poco sus sentidos se fuera desvaneciendo, haciendo que dejara de forcejear ante aquello. El desconocido, al notar aquella reacción por parte de ella introdujo un dedo más en la entrada de la joven, haciendo más continuas y rápidas la embestidas.

¿Qué es esto?, mi cuerpo se siente tan caliente y soy incapaz de hacer algo para alejar a este hombre. No puedo creer que aquella gentil y cálida persona que me trató con tanta amabilidad en el club en realidad sea alguna clase de sádico loco, si es quien creo... Mierda, siempre es lo mismo.

- No puedo creer que te rindieras tan fácil ante mí. - comentó con algo de burla el hombre - Veo que no te desagrada la idea de que un extraño al que acabas de conocer te esté haciendo esta clases de cosas tan sucias - se inclinó y mordió fuertemente el cuello de la contraria - ¿Te gusta que un completo extraño te esté follando con sus dedos?

- Tú... eres un mal-maldito, ah... -dijo con voz entrecortada la chica. La acciones del mayor se hicieron más fuerte y rápidas, haciendo a la menor estremecer.

- No, no, no, no ¿¡qué es lo que sucede conmigo!? - esto es una completa vergüenza, ¿acaso su cuerpo ya ni la obedecía?

Aquel sujeto sacó sus dedos luego de que la chica se viniera y este le dedicó una sonrisa a la castaña, aunque esta no le notó ya que estaba boca abajo...

- Mm... veo que este "maldito" te ha hecho venir. Apenas estamos comenzando, te haré gritar tan fuerte que quedarás ronca - y luego de decir ésto desabrochó su pantalón, no dejó ni siquiera que la pobre muchacha asimilará aquellas palabras.

Alineó su miembro y embistió rápidamente a la castaña, haciendo que ella se sorprendiera y empezara a gemir y a llorar más que antes, mucho más fuerte que antes.

En aquella habitación solo se podía escuchar el chapoteo de sus cuerpos chocando entre sí. Aquel hombre de pelo negro penetraba rápido y profundo la entrada de la chica respetadas veces, propinandole nalgadas, pellizcando y masajeando sus pechos.

Luego de la primera ronda el de cabellera negro tomó nuevamente las caderas de la chica, las alzo y le dijo: "te lo dije, haré que grites tanto que quedarás ronca"

- Ya no soy capaz de resistirme, mi cuerpo se siente totalmente adormecido, mi garganta duele y siento escurrirse el semen de este bastardo por diversas partes de mi cuerpo. Sus embestidas hacen que me estremezca, tanto de dolor como de placer (y se que es descabellado decir todo esto), los fluidos de ambos mezclados y el sonido que estos producen me hacen sentir tan excitada, se que no debería sentir este tipo de sensaciones por esta persona que ni siquiera conozco, pero no soy capaz de ello. Tampoco soy consciente de cuantas veces lo hemos hecho. Con cada embestida, golpeando continuas veces mi punto, hacen que sienta un gran placer que desde hace un tiempo era incapaz de experimentar.

Carajo, no debí aceptar la propuesta de las chicas.

Pero en ningún momento aquella joven de piel enrojecida le dio indicios de que lo estaba disfrutando, cada cosa sucia que le decía, cada azote que le propinó, nada; la chica no dio a notar su placer con palabras. Pero para los ojos de aquel hombre, su cuerpo no podía mentir aunque su mente le llevara la contraría, y ella le hizo notar que eran las mejores sensaciones que podía sentir...

- Pero que desperdició es que te resistas ante tal placer - dijo el pelinegro soltando una carcajada - tranquila, esta no será la única vez que serás capaz de sentirte así.

La chica incapaz de escuchar aquellas últimas palabras, perdió la conciencia, haciendo así, una noche de las más largas.

Sumisión Consensuada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora