tres

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La mala suerte de June era algo que atacaba sin avisar; pues siempre que recordaba que las cosas no podían irle tan mal, ocurría una desgracia.

Pensó que su mala suerte solamente atacó cuando su mejor amigo decidió que era mejor tener sexo con su nuevo amante que decirle que era mejor que no los acompañe. Ahora, sola y con un muchacho de mohicano negro recitando poesía deprimente desde el escenario, no puede dejar de mirar otra cosa que no sean sus pies mojados en cerveza pues un zopenco tumbó su vaso de alcohol sobre ella.

—Demonios —maldijo para no perder los estribos al sentir sus calcetines mojados.

—¡Lo siento! ¡Lo siento! ¡Déjame ayudar!

Una grande y firme mano se apoyó en el brazo de June e hizo que alce la mirada para fijarla en un par de ojos marrón claro que brillaban demasiado, con pizcas de arrepentimiento y culpa en ellos.

—Ten más cuidado —espetó, sin entender porqué su piel se erizó ante el tacto del chico.

—Lo lamento, de verdad —habló apurado—. Te pagaré la cerveza, dos bandejas de papas fritas, lo que quieras, choqué contigo porque no te vi —habló.

Genial, pensó June. Siempre tiene que alguien hacerme algo debido a que soy invisible, renuncio.

—Olvídalo —masculló en respuesta—. Está bien, no pasó nada.

—¡¿Cómo que no pasó?! —chilló entonces, escandalizado—. ¡Acabo de derramar esa cerveza de 40 dólares en tus patas! Ni en un mes consigo tener esos 40 dólares para pagar ese tipo de cerveza cara.

—¿Y entonces para qué te ofreces en comprarme otra cerveza, más dos bandejas de papas fritas? —ironizó June.

El chico, cayendo en lo que había dicho, se sobresaltó y llevó sus manos a su rostro, el cual se había tornado de un rojo tomate antes de ser oculto.

—¡Lo siento! —se disculpó—. ¡Pienso las cosas luego de soltarlas!

—Tran-tranquilo —la mano de June se posó en el hombro del chico—. Fue un accidente, ya está.

—¿Me dejarías pagarte la cerveza? —habló, dejando rápidamente su actitud avergonzada y mostrándose demasiado animado—. Mis amigos son gente de dinero, te invito una cerveza pagada por ellos, ¿qué dices?

¿Aceptaré algo de un extraño?, recordó en su interior.

—Pero no te conozco —expuso—. No sé si eres un secuestrador que me arrancará los sesos tras coquetear conmigo...

Los ojos del chico se abrieron de tal manera que parecieron un par de platos.

—¡Tienes razón, perdóname! —gritoneó, siendo regañado con varios «shh» de quienes prestaban atención al Slam—. Me llamo Yuuji, tengo 21 años y soy piscis. Mi apellido es Itadori y estudio en la facultad de Artes Escén... —masculló, siendo rápidamente interrumpido por la mano de June sobre su boca antes de que de su número de identidad y tipo de sangre.

—Está bien, basta —decretó ella—. Es un gusto.

Su mano fue retirada de la boca de Yuuji y se apoyaron en la mesa, clavó su mirada en el servilletero y cuando la levantó vió como Itadori parecía esperar con alegría.

—¿Qué?

—¿Y cómo te llamas? —preguntó apoyando sus brazos en la mesa.

—Soy June.

—¿Es estadounidense? —los marrones ojos de Yuuji brillaron en curiosidad y maravilla.

—Sí, nací allá —aclaró, la boca del chico de cabello rosa se formó una pequeña y perfecta "o".

𝐍𝐎 𝐓𝐀𝐍 𝐏𝐔𝐍𝐊 ⸻ itadori yuujiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora