Siendo honestos, Eryx no creía que habían pasado dos meses desde que pisó por primera vez el castillo de Hogwarts. Dos meses soportando los ronquidos y quejas de Malfoy, dos meses aguantando los extraños olores de Crabbe y Goyle. Pero todo eso no importaba, porque en ese tiempo había encontrado momentos que realmente atesoraba: hacerle bromas a Filch junto a Dalia, recibir regaños y estudiar con Hermione, escuchar las increíbles historias de Harry sobre cómo casi muere por un perro de tres cabezas que custodiaba una trampilla, y compartir comidas junto a Theodore en el Gran Comedor. Aunque no cruzaban demasiadas palabras, ambos disfrutaban de la tranquila compañía del otro.
La clase de Transformaciones se había convertido en una de sus favoritas rápidamente. Eryx encontraba fascinante la manera en que la profesora McGonagall explicaba la materia y se maravillaba con el evidente amor que ella sentía por su disciplina.
Esa mañana, Hermione y Eryx caminaban juntos por los pasillos del castillo. La chica no podía ocultar su emoción por la clase de Encantamientos que tendrían ese día. Al fin iban a aprender el tan esperado hechizo para hacer levitar objetos. Eryx sonreía al ver cómo su amiga hablaba con tanto entusiasmo.
Adelante, Potter y Weasley iban discutiendo animadamente. Pero cuando doblaron una esquina, Hermione se detuvo de golpe. Un comentario hiriente llamó su atención.
—No es raro que nadie la aguante —dijo Ron, en un tono despectivo, mientras se abrían paso entre el gentío—. Es una pesadilla, te lo digo en serio.
Las palabras golpearon a Hermione con fuerza. Su expresión se desmoronó y, sin decir nada, pasó rápidamente junto a Harry y Ron, chocando levemente con el primero. Eryx observó con preocupación cómo su amiga desaparecía entre los estudiantes, con los ojos empañados.
—Creo que te ha oído —murmuró Harry, notando la reacción de Hermione.
—¿Y qué? —replicó Ron, aunque su incomodidad era evidente—. Ya debe de haberse dado cuenta de que no tiene amigos.
Eryx sintió que la cólera lo invadía. Su cabello, reflejo de sus emociones, se tornó de un rojo intenso. Avanzó hasta quedar frente a Weasley, apuntándolo con el dedo.
—¡El único que no debería tener amigos aquí eres tú, Weasley! —espetó, con la voz temblando de furia—. Y para tu información, yo soy su amigo.
Ron no supo qué responder. La mirada encendida de Eryx lo hizo bajar la vista. Sin esperar más, el chico de cabellos ahora escarlata se dio la vuelta y salió en busca de Hermione. Pero el castillo era grande, y entre el mar de estudiantes, no fue fácil encontrarla. A pesar de ello, Eryx no se detuvo. Sabía que Hermione necesitaba a su amigo, y él estaría allí para ella, como siempre lo haría.
Mil murciélagos aleteaban desde las paredes y el techo, mientras que otro millar más pasaba entre las mesas como nubes negras, haciendo temblar las velas de las calabazas. El festín apareció de pronto en los platos dorados, como había ocurrido en el banquete de principio de año. Eryx escuchó a Lavender mencionar que Hermione estaba en el baño de chicas y que deseaba estar sola, pero no le dio mayor importancia.
Con un suspiro, tomó una bandeja de comida bajo las quejas de Goyle y Crabbe y salió del Gran Comedor, notando las miradas curiosas de algunos estudiantes. Caminó por los pasillos vacíos hasta llegar al baño de chicas. El sonido de las tuberías resonaba de fondo, acompañado por las gotas de agua que caían lentamente.
Dejó la bandeja encima del lavabo y llamó suavemente.
—Herms, te traje comida —dijo el chico, levantando un poco la voz.
—Déjame sola —respondió Hermione, su voz temblorosa a través de la puerta cerrada.
Eryx se acercó y apoyó su cabeza contra la madera.
—Lo que dijo Weasley no es cierto. Eres una gran persona y amiga. No importan los demás, me tienes a mí —dijo con sinceridad.
Hubo un silencio pesado hasta que la puerta se abrió lentamente. Hermione lo abrazó sin decir una palabra, y Eryx, sorprendido, le devolvió el gesto. Pero fueron interrumpidos por un estruendo que hizo retumbar las paredes.
Los dos voltearon rápidamente y, con horror, vieron entrar un enorme trol. Hermione y Eryx retrocedieron instintivamente, sus espaldas pegadas contra la pared. El monstruo avanzó, derribando los lavamanos a su paso. Eryx no pudo evitar lamentarse por la comida que ahora yacía desparramada en el suelo.
En ese instante, Harry y Ron irrumpieron en el baño.
—¡Distráelo! —gritó Harry, lanzando un grifo roto contra la pared. El ruido resonó y captó la atención del trol, que giró la cabeza con lentitud.
—¡Eh, cerebro de guisante! —gritó Ron, arrojándole una tubería de metal. El golpe no pareció afectarle, pero la criatura giró su mirada hacia él.
Harry aprovechó para correr y situarse entre Hermione y Eryx. Sin embargo, cuando el trol alzó su pesado bastón, Harry hizo algo tan valiente como imprudente. Saltó hacia la criatura, aferrándose a su cuello. Su varita, aún en su mano, terminó incrustada en una de las enormes fosas nasales del monstruo.
El trol aulló de dolor, sacudiendo violentamente su bastón mientras Harry intentaba no caer. Hermione seguía en el suelo, paralizada por el miedo, y Eryx intentaba en vano hacerla reaccionar.
—¡Wingardium Leviosa! —gritó Ron, agitando su varita.
El bastón del trol se elevó torpemente, flotando en el aire durante un instante antes de caer con fuerza sobre la cabeza de su dueño. El monstruo tambaleó y cayó al suelo con un estruendo que hizo temblar el baño.
—¿Está... muerto? —preguntó Hermione con voz temblorosa.
—No lo creo —dijo Harry, retirando su varita de la nariz del trol con una expresión de asco.— Puaj, qué asco.
Un portazo resonó, seguido de pisadas apresuradas. La profesora McGonagall entró, seguida por Snape y Quirrell. La expresión de horror en el rostro de Quirrell contrastaba con la frialdad calculadora de Snape. La profesora McGonagall, sin embargo, estaba pálida de furia.
—¡¿En qué estaban pensando?! —exclamó con severidad—. ¡Podrían haber muerto!
Eryx bajó la cabeza, evitando la mirada inquisidora de Snape.
—Por favor, profesora McGonagall... —dijo Hermione con valentía, apartándose de Eryx—. Ellos me estaban buscando. Fue culpa mía. Creí que podía enfrentar al trol yo sola.
La expresión de sorpresa en el rostro de Harry y Ron fue innegable. Hermione Granger, la alumna más correcta de Hogwarts, acababa de mentir para protegerlos.
—Hermione Granger, perderá cinco puntos para Gryffindor —dijo McGonagall, con un suspiro de decepción.— Y ustedes tres... Fueron muy afortunados. Pero, reconozco su valentía. Cinco puntos cada uno para Gryffindor y Slytherin.
Eryx fue el primero en salir del baño. Aunque seguía molesto con Ron, no podía negar que tanto él como Harry les habían salvado la vida. Pero su orgullo le impidió agradecerles.
Ignorando la celebración en la sala común de Slytherin, subió a su cuarto con algo de comida. Había tenido suficiente por esa noche. Y, por supuesto, no tenía energía para lidiar con Malfoy una vez más.

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Colors - Harry Potter
FanfictionEryx Tonks es un metamorfomago igual que su hermana mayor, Nymphadora Tonks. El chico tenia entendido que Harry Potter estaría en el mismo año que el pero no tenia planeado que sus caminos chocaran metiéndose en problemas al igual que su hermana en...