9.

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A pesar de que nunca pudo asistir a una, Peter amaba las ferias, el bullicioso y la alegría que se desbordaba por todos lados era genial, feria era sinónimo de felicidad. Justo lo que necesitaba y anhelaba.
Aparcaron y antes de salir Tony habló.

—Perdón.

Tony puso su mano en la palanca del automóvil y volteó su cuerpo hacia Peter, éste sonrió despreocupado, ya se sentía mucho mejor, al lado de Tony todo era diferente, porque sabía que a él jamás le importaría quien o qué fuese. Su amistad era muy fuerte y hermosa a pesar de lo poco que llevaban conociéndose.

—¿Por qué debería hacerlo? —preguntó Peter tratando de hacer contacto visual, pero después de segundos tuvo que desviar la mirada disimuladamente. Era difícil centrarse en sus bonitos ojos cafés.

—Sé que no has estado bien esta noche en la fiesta, sé que estabas incómodo y quiero que me perdones por haberte invitado a un lugar tan aburrido y...

—Está bien, yo acepté también así que creo que es culpa de ambos, somos igual de culpables —sonrió Peter visualizando el rostro del mayor—. Todo está bien, Tony, no te preocupes.

—Bien, entonces vamos.

Tony abrió la puerta de su vehículo rápidamente y Peter le siguió, hacía un poco de frío, Peter definitivamente debió llevar aquel abrigo, pero por temor a que Tony viese que no tenía otro no lo llevó, ahora pagaba las consecuencias.

—¿Adónde quieres ir primero? —Tony le volteó a ver, y estaba abrazándose a sí mismo, tenía frio—. ¿Tienes frío?

Peter asintió, ¿por qué rayos tenía que comportarse como un niño con Tony?
Observó como Tony detuvo su paso y empezó a quitarse el saco gris que tenía en su cuerpo.

—Toma, pontelo.

No dijo nada más y dejó que Tony ayudase a calsarselo, obviamente le quedaba un poco grande, más sin embargo olía muy bien y estaba muy calientito.

—Pero, ¿no tienes frio? —Peter notó que lo único que llevaba Tony en su torso era una camisa manga larga blanca de finas rayas azules, con dos botones desabotonados dejando al descubierto un tercio de su pecho. Se miraba tan bien.

Tony lo miró con suavidad y sonrió negando.
—No, no.

Y se adentraron al bullicio y alegría.

—¿Quieres comer algo o queres subir a algún lugar primero?

—Vamos al Carrusel.

Tony sonrió confundido.
—¿Carrusel?

—Si —chilló Peter animado, siempre había sido su favorito, al igual que los carros eléctricos que estaban más allá y en los cuales seguramente también iban a subirse.

Tony sonrió al ver a Peter tan animado. Verlo así era como encontrar un trébol de cuatro hojas.
—Bien, subamos entonces.

La escena que a todo el mundo le importaba un comino, fácilmente sería causa de burla eterna de parte de Rogers.
Tony estaba subido en el corsel amarillo, sonriendo, porque Peter iba a su lado sonriendo y simulando los "taca tac, taca tac" que un caballo haría. Por alguna razón que aún no entendía, ver a Peter feliz le daba una sensación en su ser que lo hacía sonreír a él también.

Quizá sí ambos no hubiesen estado tan embelesados el uno en el otro, se hubiesen dado cuenta de como los niños que ocupaban a los demás caballos y ponis los miraban raro. Y otros se decían cosas en los oídos acerca de ellos.

A La Deriva. (Starker)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora