18.

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Siendo sincero, Tony estaba aterrado pero no podía dar marcha atrás, debía seguir, de seguro todo saldría bien y con ello iba a conseguir que su pequeño estuviese a salvo de cualquier tipo, sólo él podrá tocarlo, solo él podrá dormirlo entre sus brazos, podrán ser felices pero necesitaba que ese maldito bar cerrara de una vez por todas, porque ese era el maldito origen de todo.

No miraba mucho tiempo hacía la barra porque sabía que los empleados de Hammer lo conocían y con tan solo verlo, la operación podría irse al demonio.
Tenía un trago entre sus manos y pensaba que quizá; algún tipo desconocido podría estar follando a Peter y aquello lo enojaba muchísimo, porque era su Peter, y no era posesivo, pero era su pequeño, era el amor de su vida y no quería que nada malo le pasara, mucho menos que alguien más que no fuese él lo manoseara y lo besara. Tony quería ser el único en la vida de Peter.

Aunque, a pesar de todo lo malo, estaba tranquilo (hasta cierto punto) porque sabía que Peter jamás iba a amar a alguien cómo lo amaba a él, y estaba seguro que él mismo tampoco podría amar a alguien como amaba a Peter, era un amor único y no había manera de clonar aquel sentimiento que emergía de su pecho cuando Peter lo abrazaba y le decía que lo amaba.

Bucky y Steve estaban en la barra, actuando lo más normal posibles, como si fuesen dos amigos que iban a beber y a follar, pero en realidad estaban igual de nerviosos que Tony, el cual no estaba tan lejos de ellos pero si a una distancia prudente para todos.

—¿Deberíamos entrar ya? —le preguntó Bucky a Steve.

—Creo que sí, vamos —Steve se levantó, tomó de la mano a Bucky y caminaron hasta la puerta que aguardaba a Peter y a los demás trabajadores sexuales del lugar.

—Esta zona es exclusiva —advirtió el malhechor que cuidaba la puerta.

—Sí, lo sabemos pero traemos dinero, ya sabes queremos un poco de acción —dijo Steve actuando ebrio.

—Mucha acción —actuó también Bucky.

El guardia los inspeccionó detenidamente, como si algo anduviese mal y la pareja sintió más nervios, Steve pensó que quizá tendría que usar los puños y estaba alerta por cualquier cosa que pasara.

—Son doscientos dólares —dijo el hombre dándoles los tickets a los dos con el número de habitación que usarían.

—Doscientos dólares, bien —Steve sacó de su billetera el dinero y le pagó al mismo.

El tipo abrió al fin la puerta y entraron, tenían miedo pero eran valientes.

—Bien, ve a tu habitación, amor. Buscas al chico le tomas fotografías y lo grabas, ya sabes tomale foto a todo lo que puedas, yo ya he grabado la conversación con el tipo, así que solo esperas una hora y sales, ¿bien? —le susurró Steve a Bucky en medio del pasillo.

—Sí, sí, está bien, ten cuidado, ¿sí? —le pidió Bucky a su novio.

Steve sonrió.
—Todo estará bien, Buck —dijo el rubio y le dio un beso rápido antes de salir cada uno a su habitación.

Bucky sacó su móvil y comenzó a tomarle foto a cada una de las puertas de manera sutil, también una al pasillo rojo vacío, mientras se dirigía con lentitud hasta la puerta en la cual encontraría a un prostituto que seguramente estaría allí en contra de su voluntad.

Cuando llegó hasta la puerta veinticuatro, tocó la puerta no sin antes capturar con una fotografía aquella puerta. Entonces alguien adentro habló.

—Adelante —quizá Bucky era muy perceptivo, o era quizá el saber que esa persona estaba en contra de su voluntad; porque pudo intuir que aquella persona no estaba nada bien, es decir a nadie que le introduzcan un pene a cada hora iba a ser feliz.

A La Deriva. (Starker)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora