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Hammer, un hombre con pinta de no matar una mosca si quiera, vistiendo siempre un traje elegante (que consigue con sus estafas y su sucio bar) y unas gafas transparentes, era, no solo el dueño del bar donde Peter y Harley prestaban sus servicios, sino también el presunto asesino de los padres de Parker, sin embargo la policía no buscaría al asesino de un par de sucios drogadictos. Y como sí eso no fuese suficiente, es tambien el hombre que obliga a Peter a prostituirse para que pueda pagarle la deuda que los progenitores del mismo dejaron.

El gran Justin era un chico el cual conseguía todo lo que quería, sin problemas, a pesar de no venir de una familia con dote, a punta de golpes y plomo consiguió mucha fama y respeto en el barrio. Con tan solo trece años ya pertenecía a un grupo delictivo. Y le bastó tan solo de algunos años para posicionarse en la cima, y cuando ya era el casi dueño de la pandilla decidió darle fin a esa etapa y comenzar con el mundo de la lujuria y el deseo. El bar comenzó como un lugar repugnante y nada atractivo. Sin embargo cada vez las ventas de traseros ajenos fue aumentando, con ello el dinero aumentó también, era increíble la cantidad de dinero que un hombre pagaría por desvirtuar a un chico.

Una vez tuvo la oportunidad compró un local en oferta, lo decoró lo mejor que pudo y contrató a muchos de sus ex-amigos de pandilla para que fuesen sus perros fieles. Poco a poco el Bar fue en ascenso hasta llegar a lo que es ahora, un lugar en el cual se prestan servicios sexuales de chicos como Peter y Harley. Y aunque por fuera parece un lugar común y corriente por dentro, muchos de sus empleados viven el horror a diario, al tener que soportar que algún desconocido con dinero les introduzca un pene en su trasero sin pudor alguno. Mientras que Hammer nadaba en dinero y en lujos.

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Peter se encontraba frente al pequeño espejo arriba del lavamanos que el baño de su casa poseía, le dolía mucho el rostro y el abdomen.
Con ayuda del licor barato que tenían en casa y pedazos de papel higiénico desinfecataba con ira y tristeza aquellas heridas de las cuales escurrian la vital sustancia rojiza.
Sus ojos desechaban lágrimas de rabia pura, sentía una impotencia inmensa irradiar intensamente, quería gritar hasta que la garganta se le rompiese, quería llorar y romper todo lo que tenía en frente.
Ansiaba con todo su ser, romper ese maldito espejo en el cual se miraba tan patético sangrando, para tomar un pedazo afilado y cortarse la maldita garganta.

Por supuesto que sabía qué no asistir al bar una noche iba a traerle problemas, pero a pesar de todo se siente como la mierda más miserable del mundo. Jamás imaginó que después de la maravilloso noche que pasó junto a Tony iba a pasarle eso.
Pero esos malnacidos, los secuaces del estupido de Hammer lo estuvieron esperando todo el rato ahí sentados en el sofá. Y al verlo entrar, sin mediar alguna palabra le soltaron de puñetazos. Principalmente en su cara y en su abdomen. Agradeció que al menos Harley no haya resultado golpeado a pesar de su insistencia en ayudarle.

No solo le rompieron la cara, sino que también le mancharon de sangre el saco que Tony le había regalado, Peter quería deshacerse, escapar, huir, o solo dejar de existir.
O quizá... estar con Tony, él sabría que decirle.

Su ojo estaba morado y a duras penas podía abrirlo, su nariz aún dolía y desechaba cierta cantidad de sangre.

—Lamento no haberte ayudado, pero esos estúpidos... —se justificaba Harley desde atrás, viendo al destrozado Peter limpiarse la sangre.

A La Deriva. (Starker)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora