I: Expreso A Hogwarts.

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Y ahí estaba él, Jade, un chico francés de dieciséis años, caminando a toda prisa por los pasillos del Expreso de Hogwarts, o, bueno, lo más rápido que le permitía su baúl, el cual arrastraba con algo de dificultad, en busca de un compartimento vacío. Caminó por minutos hasta encontrar uno. Subió su baúl al portaequipajes, con la poca fuerza que le quedaba, y luego se tiró sobre el asiento, retomando su respiración. Sin embargo, se enderezó de repente al ver que alguien lo estaba viendo. Estaba en una postura poco correcta, por lo que no permitiría que alguien lo viera así. ¿Para qué habían servido las clases adicionales de modales que su madre había pedido en Beauxbatons? Miró al muchacho de lentes al otro lado del vidrio, segundos después, este abrió la puerta.

—Hola —saludó—. ¿Podría sentarme...? —Jade asintió. Obviamente no conocía al muchacho, sin embargo, si quería hacer amigos, echar a las personas del compartimento no era una buena jugada—. Gracias —murmuró. Dejó su baúl junto al de Jade y se sentó en el asiento de enfrente—. Soy Harry, Harry Potter —se presentó, estirando su mano hacia él. A causa de la sorpresa, Jade elevó levemente las cejas. ¿Así que ese era el Harry Potter del que todos hablaban? En su opinión, el aspecto del chico, no parecía demasiado prometedor para el mundo mágico. Pero, ¿quién era él para juzgar?, se autorecriminó.

—Soy Jade, Jade Leblanc —respondió, estrechando la mano del azabache.

—¿Eres nuevo? —le preguntó—. No recuerdo haberte visto antes.

—Vengo de Beauxbatons —respondió. El contrario asintió—. He oído hablar de ti. Eres quien rescató a la pequeña Gabrielle, ¿no? —agregó, recordando lo “heroico” que había sido para su prima el hecho de que Harry Potter la sacara de un lago luego una de las contadas pruebas de el Torneo de Los Tres Magos, que se habían dado hacía dos años.

—¿La hermana de Fleur? —preguntó Harry. Él asintió—. Oh, ¿las conoces?

—Son mis primas —respondió—. Gabrielle relata una y otra vez como la sacaste del lago. Creo que, desde entonces, ha desarrollado una pequeña obsesión —la puerta se abrió antes de que Potter respondiera, una cabellera larga y rubia se había hecho presente, era una muchacha de tez clara, que poseía aretes peculiares de rabanitos. A su lado, un muchacho rubio con una extraña planta. Membulus Membletonia, identificó Leblanc.

—Hola —saludó la muchacha, con aires soñadores—. No hemos encontrado un compartimento vacío, nos preguntábamos si podríamos sentarnos contigo y tu nuevo amigo, Harry —agregó. Potter le dirigió una mirada a Jade, como pidiéndole una respuesta. Él asintió.

—Claro —respondió.

—Hola, Harry —saludó el muchacho, sentándose junto a él. Mientras que la chica se sentaba junto a Leblanc.

—¿Cómo te llamas? —le preguntó, mientras abría una revista titulada “El Quisquilloso”.

—Jade, Jade Leblanc —respondió.

—Oh, ¿eres francés? —preguntó y luego añadió—. Mi nombre es Luna Lovegood.

—Un placer. Nacionalidad mixta —agregó respondiendo a su pregunta—, canadiense y francesa.

—Qué interesante, dicen que es muy lindo allí. ¿Lo es? —preguntó, pero antes de que Jade respondiera, dirigiéndose hacia Potter, agregó:—. Harry, ¿volverá este año el Ejército de Dumbledore?

Jade no sabía de qué hablaba, sin embargo, la conversación que sacó luego de eso, hizo que se sintiera un poco incómodo y sintiera un poco de pena hacia ella, sobretodo cuando mencionó “parecía que tenía amigos”. Aún así, decidió no tomarle importancia a la extravagante chica ni a sus conversaciones, por lo que rebuscó un libro entre sus cosas.
“Quidditch a Través de los Tiempos”, estaba decidido a que ese año entraría al equipo de Quidditch, como lo había estado planeando desde su primer año en Ilvermorny y, luego, en Beauxbatons. Sin embargo, sólo pensaba entrar como suplente o algo por el estilo, ya que este año serían los EXTASIS, por lo que pensaba que no tendría demasiado tiempo libre que administrar, pero, aún así, esperaba poder jugar en, aunque sea, un partido.
Horas más tarde, cuando había terminado por sexta vez en todo el verano aquel libro, se puso de pie, se estiró y salió del compartimento. Había oído a los otros chicos decir que había un puesto de dulces, así que estaba dispuesto a encontrarlo.
Caminó y caminó, pero el supuesto puesto no se le hizo presente en ningún momento. Hasta que se encontró con el muchacho rubio del fin de semana. Malfoy. Aunque no lo hizo de la mejor forma.
Antes de pasar por delante de otro compartimento, el platinado salió de repente de aquel, sin verlo, llevándoselo por encima. Jade suspiró y observó al muchacho desde el suelo.

—Siempre tan dramático, Leblanc —bromeó Malfoy y estiró su mano hacia él, para brindarle ayuda.

—Siempre tan despistado, Malfoy —respondió él y se puso de pie sujetando la mano del contrario—. Y, ahora que el destino ha hecho que te encuentre, aprovecho la oportunidad para preguntarte si sabes dónde carajos está el maldito puesto de dulces —añadió con una sonrisa algo irónica—. Y no permitiré que me des una excusa hasta que tenga una de esas ramas de chocolate tan peculiares que hay aquí —Malfoy rodó los ojos, sin embargo estimuló una sonrisa e hizo que el castaño lo siguiera triunfante.

Draco y él se habían conocido a los pocos días que el verano dio comienzo, días después de que llegaran a Inglaterra, en la misma Mansión Malfoy. Sus padres tenían una “importante” reunión allí, sin embargo, Jade no tenía ni idea de qué se trataba, puesto a que, cuando había preguntado al respecto, su madre respondió «... no hagas preguntas y no insistas, Adrien; sé educado». Por lo que al muchacho no le quedó más que obedecer. Para su suerte, al llegar a la mansión, no era el único joven que se encontraba, y tampoco era la única visita. En cuanto lo enviaron a la habitación del hijo de la familia, por suerte, no se encontró solo con este, sino que con dos muchachos más; Theodore Nott y Pansy Parkinson. Logró llevarse bien con los tres, sobretodo con Parkinson y Malfoy, puesto a que Nott, a diferencia de estos últimos, era un poco más callado y reservado, pero aún así le agradó.

—¿Dónde has estado en toda la mañana? —le había preguntado en el camino—. Te busqué por casi toda la zona, y no te encontré. Solo te vi subir al tren y parecía que te habías esfumado —Jade se encogió de hombros.

—Busqué un compartimento vacío, pero luego llegaron otros tres chicos; uno de ellos era Harry Potter —añadió, mientras movía las cejas intuitivamente—. Aunque lo vi bastante normal, ¿entiendes? Como cualquiera en este tren. No entiendo cómo pudo vencer al señor de las tinieblas de tal modo —comentó distraídamente.

—Solo espera a conocerlo; es un idiota. Todo el tiempo tratando de llamar la atención, y siempre resguardado bajo el ala de ese viejo barbudo. No, espera, bajo el ala no; bajo la barba.

(...)

𝘽𝙤𝙮 - 𝘿𝙈. [EDITANDO] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora