VIII: Después De La Fiesta.

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Al otro día, Jade se levantó con un tremendo dolor de cabeza, nunca había bebido tanto, siempre eran no más de dos copas en alguna que otra cena familiar, pero casi nunca, puesto a que aún era algo joven. Abrir los ojos, fue aún peor opción, pese a que, por más que la habitación no era del todo luminosa (por el lago), poseía más luz que cuando sus ojos esban cerrados, claramente. Se sentó en la cama y vio a Draco en la suya, leyendo aquel extraño libro con título tapado que había estado leyendo desde que habían llegado.

—Buenos días, Jade —lo saludó, sin despegar la vista de las páginas del libro.

—Buenos días —murmuró. Estaba avergonzado por lo de la noche anterior, recordaba todo lo sucedido. Y eso lo avergonzaba.

Primero que nada, le había dicho a Draco que era atractivo descaradamente. Y, segundo, ¡se había estado besuqueando con Izzie! Pero a él no le gustaba Izzie. No entendía por completo por qué lo había hecho. Supuso que el alcohol y el hecho de tener dieciséis, lamentablemente, hormonales años, no era una buena convinacion.

—Lamento mucho lo de anoche —le dijo, sintiendo como un rubor de extendía por sus pecosas mejillas—. Fue ridículo y, obviamente, fui una carga para ti —bufó. Estaba enojado con sigo mismo—. Aún no puedo creer que haya besado a Izzie, es... Extraño —murmuró, mientras comenzaba a sacar ropa de su baúl.

—Fue extraño para mí verlos —comentó el otro.

—Realmente lo siento, Draco —repitió.

—No te preocupes —respondió. Por muy mal que se había sentido al verlos, Jade no tenía la culpa. No era su culpa que él sintiera algo que no debía hacia el pobre chico—. De igual forma sabía que habría algo entre ustedes —agregó, tratando de sonar lo más bien posible.

—No, no es así. Es ridículo. De verdad, no sé por qué rayos hice eso —dijo, caminando hacia el baño de la habitación—. Recuerdame no volver a beber tanto —dijo, antes de entrar al baño.

Luego de haberse duchado y arreglado, salió a la habitación, secando su cabello. Y a Draco le fue imposible no apreciarlo. El pelo húmedo le sentaba demasiado bien, más de lo que él esperaba.

—¿Qué ocurre? —preguntó Jade, cuando vio cómo Draco lo miraba—. ¿Me quedó jabón en el rostro? —el rubio se apresuró a negar.

—No es nada.

—Bueno...—dijo no muy seguro. Miró el reloj de la habitación y dijo:— Debo hablar con Isobel —Draco no pudo evitar fastidiarse al oír el nombre de la chica—, si no le aclaro esto, ella podría pensar cualquier cosa. Y quiero mantener su amistad.

—Yo creo que ella sí tiene sentimientos hacia ti —comentó—. Ese cuarto de veela no está para nada en tus genes —Jade puso los ojos en blanco, divertidamente—. Suerte en romper su corazón.

—No voy a hacer eso, Draco —suspiró—. Como sea, te veré antes de tomar el tren. Tal vez tengas tiempo de arreglar tu baúl si cambiaste de opinión —le sonrió una última vez y salió de la habitación, con rumbo a la sal común de Ravenclaw.

Al llegar a allí, visualizó a Neila, la muchacha que había estado con Blaise la noche anterior,  cerca de la puerta, así que se aproximó a ella y a su grupo de amigas (quienes comenzaron a susurrar al verlo, entre ellas), para pedirle que lo dejara entrar y ella, tras sonreírle, le pidió que la acompañase.

Al entrar visualizó a Izzie, charlando animadamente con dos muchachas que Jade desconocía. Al verlo, las tres se quedaron calladas al instante.

—Alguien te estaba buscando, Isobel —le dijo Neila, con una sonrisa cómplice que Jade no comprendió.

𝘽𝙤𝙮 - 𝘿𝙈. [EDITANDO] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora