Ciel y tú🍋 Hablemos (Parte 2)

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Me gustaría que me acompañaras. Ya que eres nueva en la mansión, debería enseñártela.

Tú aceptas porque crees que es un signo de amistad y te puede caer bien en el futuro.
Ciel te enseña el piso de arriba (el primer piso). Tiene un estilo gótico muy bonito, nunca habías visto un gótico así.

"Me gusta mucho tu mansión, es muy inusual y elegante."

Ciel no responde, pero sigue enseñándote la mansión.

Llegáis a un cuarto que está cerrado con llave. Le preguntas por qué, pero ignora la pregunta de nuevo.

"Si eres hijo de unas personas muy educadas e importantes, te habrán enseñado que no contestar a los que te hablen es una falta de respeto."

Como suponías, Ciel te vuelve a ignorar, así que le sigues la corriente y ahora decides que la que le ignorará vas a ser tú, y si te pregunta algo, no responderás.

Cuando ya te ha enseñado todo y te dispones a bajar al baile otra vez, Ciel te vuelve a agarrar del brazo, pero no dice nada.

Tú estallas porque no soportas los malos modales de Ciel.

"¡PERO SE PUEDE SABER QUÉ QUIERES! SI QUIERES ALGO, ¡DÍMELO! Y SI TE PREGUNTAN ALGO, ¡RESPONDES! ¿TE QUEDA CLARO?"

La gente en la fiesta no te ha oído, pero te mueres de vergüenza por haber perdido la compostura. Quieres que la tierra te trague.

Sígueme

Con la cabeza baja, le sigues adondequiera que va. Llegas al ala oeste y crees que es su habitación, pero no lo sabes a ciencia cierta ya que la mansión es muy grande y no te acuerdas muy bien.

Pasa, ponte cómoda, milady.

Cuando pasas a la estancia, descubres que, en efecto, es su habitación. Recuerdas perfectamente los muebles y fornitura de la estancia.

Tengo un armario de batas, coge una si quieres.

No tienes ganas de rechazar su propuesta, ya que antes has quedado muy mal delante de Ciel. Además, el vestido lo llevas muy apretado porque tú madre te ha puesto dos corsés para ir mejor u tener una cintura admirable, pero te cuesta respirar.

Cuando ya la llevas puesta, sientes el impulso de olerla. Inmediatamente, tienes un movimiento reflejo y piensas en la imprudencia que acabas de cometer y rezas para que Ciel no te haya visto. El olor de la  bata es muy suave, aunque tiene cierto misterio y no reconoces exactamente el olor.

Echas un vistazo y ves que Ciel ha salido al balcón de su habitación que da a los jardines. Te pones al lado suyo y observas el hermoso paisaje con luna llena.

"Qué vistas más bonitas."

No te contesta, pero tienes asumido que es corto de palabras y no haces muchos comentarios por ello.

Como tú

Te sonrojas, no sabes qué responder; pero no hace falta, porque te da un beso repentinamente y sientes que no necesitas palabras para hablar, y entiendes por qué es tan silencioso Ciel.

Entremos, empieza a hacer frío.

Obedeces, crees que lo dice porque te ve temblando porque sólo llevas la bata y empiezas a tener frío.

Puedes echarte en la cama, milady.

No tienes sueño, aunque tienes un poco de cansancio acumulado del insomnio que sufres a veces, sobre todo cuando vas a asistir a alguna fiesta de la corte o importante.

Te sientas en la cama y él se sienta enfrente. La cama es muy cómoda, parece que estás sentada en algodón.

Hablemos, quiero saber de ti.

Charláis animadamente, con modales y seriamente. Te ríes frecuentemente, pero Ciel apenas ríe, aunque no le presionas y la que las habla eres tú.

Piensas que es cuestión de tiempo y confianza, pero poco a poco, ha ido contándote todos sus secretos, o al menos, la mayoría.

Decides no preguntarle sobre el brillo de sus ojos durante el baile, no vaya a ser que se moleste y no quiera hablarte.

Bien, ahora que sabemos todo el uno del otro, pasemos a divertirnos.

Lo dice con voz maliciosa y divertida. De sus ojos saltan chispas. Aunque no sabes qué pasará a continuación, decides seguirle la corriente.

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