Corrieron unos horribles rumores sobre que Hermione había sido atacada, ya que pasó varias semanas en la enfermería. No estoy segura de lo que le sucedió, pero esperaba se recuperara pronto, incluso le envié una tarjeta dando mis buenos deseos. Al final, salió de allí a comienzos de febrero. No han habido más ataques por parte de la criatura de la cámara secreta, pero uno nunca puede estar a salvo.
Era gracioso escuchar a Gilderoy Lockhart presumir sobre que el atacante se había acobardado debido a su presencia. Pobre de los otros profesores que tenían que aguantarle sus historias.
El 14 de febrero me dirigía con Draco hacia el comedor para desayunar, por alguna extraña razón estaba callado y malhumorado. -¿Draco, te sientes bien?- Pregunté, ya que parecía estar adolorido.
-Sí, por supuesto que estoy bien- Pavoneó graciosamente. -¿Qué te hace pensar que estoy mal?- Espetó sorprendido, su mal carácter me parecía divertido, por lo que sonreí.
-Estabas haciendo unas muecas raras-
-¿Sabes que hoy es San Valentín?- Lo había olvidado por un segundo.
-Lo había olvidado, pero ahora lo recordé, ahaja-
-Mi mamá dice que hay que regalarle cosas estúpidamente amorosas a la persona que te interesa en éste día-
-Mhm, no lo sé, mi papá nunca me contó de San Valentín, dice que es una celebración tonta y nada más-.
Cuando nos paramos frente a la puerta del comedor nos vimos raros por la decoración que había en la entrada. Las paredes estaban cubiertas de flores grandes de un rosa chillón. Y, aún peor, del techo de color azul pálido caían confetis en forma de corazones. Nos vimos atrapados por el confeti, así que entramos rápidamente.
-¿A quién se le ocurrió llenar de porquería?- Masculló Draco.
Lockhart, que llevaba una túnica de un vivo color rosa que combinaba con la decoración, reclamaba silencio con las manos. Los profesores que tenía a ambos lados lo miraban estupefactos. La profesora McGonagall sufría de un tic en la mejilla. Mi papá tenía aspecto nauseabundo.
-¡Feliz día de San Valentín!- Gritó Lockhart. -¡Y quiero también dar las gracias a las cuarenta y seis personas que me han enviado tarjetas! Sí, me he tomado la libertad de preparar esta pequeña sorpresa para todos ustedes. ¡Y no acaba aquí la cosa!- Lockhart dio una palmada, y por la puerta del vestíbulo entraron una docena de enanos de aspecto hosco que llevaban puesto alas doradas y arpas. -¡Mis amorosos cupidos portadores de tarjetas! ¡Durante todo el día de hoy recorrerán el colegio ofreciéndonos felicitaciones de San Valentín! ¡Y la diversión no acaba aquí! Estoy seguro de que mis colegas querrán compartir el espíritu de este día. ¿Por qué no pedís al profesor Snape que os enseñe a preparar un filtro amoroso? ¡Aunque el profesor Flitwick, el muy pícaro, sabe más sobre encantamientos de ese tipo que ningún otro mago que haya conocido!- El profesor Flitwick se tapó la cara con las manos. Mi padre parecía dispuesto a envenenar a la primera persona que se atreviera a pedirle un filtro amoroso.
Yo me estaba matando de la risa, mientras Draco me observaba sin saber reaccionar. Me senté en la mesa de los Slytherin y me cruce de brazos aún riendo a fuertes carcajadas. -¡Ahaja, voy a llorar!-
-¿Qué se te hace tan gracioso, Shara?-
-¡Toda esta situación tan ridícula!- Draco apartó la vista con su carita roja.
Los enanos se pasaron el día interrumpiendo las clases para repartir tarjetas y regalos. Por alguna extraña razón mi mesa estaba llena de chocolates y dulces de fuentes desconocidas. En vez de poner atención en clases leía las tarjetas de mis admiradores secretos.
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"Un profundo Amor" [Draco Malfoy]
FanfictionLa hija de Snape entrara a Hogwarts con una compleja e importante misión entre manos; la de vigilar y proteger a Draco Malfoy, el chico más arrogante y pavoroso de toda la escuela. Por supuesto que a ella no le agrada la idea, pero no se atrevería a...