CAPÍTULO 14. En el que un Mago Real pilla un resfriado

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Iruka volvió a la entrada del castillo que daba en el país del Fuego en uno de los carruajes del Rey, tirado por cuatro caballos. También iban en él un cochero, un paje y un criado. Un sargento y seis soldados reales lo custodiaban. Y todo porque la princesa se había subido al regazo de Iruka. Durante el corto trayecto de vuelta a casa, su pantalón todavía mostraba las húmedas marcas de la aprobación real de ella. Iruka esbozó una sonrisa. Pensó que tal vez Sasuke tenía algo de razón al querer tener niños, aunque diez niñas como la princesa se le antojaron un número excesivo. Cuando la niña se le subió encima, Iruka recordó haber escuchado que la bruja había amenazado a la princesa de alguna forma, y se descubrió diciéndole a la niña:


—La bruja no te hará daño. ¡No lo permitiré!


El Rey no había hecho ningún comentario. Pero había ordenado un carruaje real para Iruka.


La caravana se detuvo con mucho ruido frente a la puerta del falso establo. Naruto salió disparado y se interpuso en el camino del criado que estaba ayudando a Iruka a bajar.


—¿Dónde te habías metido? —quiso saber—. ¡Estaba tan preocupado! Y Kakashi está muy disgustado...


—No me extraña —replicó Iruka aprensivamente.


—Porque el señor Minato ha muerto —dijo Naruto.


Kakashi se asomó a la puerta. Se le veía pálido y deprimido. Tenía un pergamino del que colgaban los sellos reales rojo y azul, que Iruka observó sintiéndose culpable. Kakashi le dio al sargento una pieza de oro y no pronunció ni una palabra hasta que el carruaje y los soldados se alejaron repiqueteando. Luego dijo:


—He contado cuatro caballos y diez hombres solo para librarse de un anciano. ¿Se puede saber qué le has hecho al Rey?


Iruka siguió a Kakashi y a Naruto al interior, esperando encontrase la sala cubierta de lodo verde. Pero lo único que vio fue a Obito ardiendo en la chimenea con su sonrisa violeta. Iruka se dejó caer en la silla.


—Creo que al Rey no le ha gustado que apareciera para ensuciar tu nombre. He ido dos veces y todo ha salido mal. Y me he encontrado con la bruja del Páramo que venía de matar al señor Minato. ¡Menudo día!


Mientras Iruka contaba lo que le había pasado, Kakashi se apoyó en la repisa de la chimenea con el pergamino en la mano, como si estuviera pensando en echárselo de comer a Obito.


—Contemplad al nuevo Mago Real —dijo—. Mi nombre está sucio —luego se echó a reír, lo que sorprendió muchísimo a Iruka y a Naruto—. ¿Y qué le has hecho al conde de Catterack? —rió—. ¡Nunca debí dejar que te acercaras al Rey!


—¡Pero sí que ensucié tu nombre! —protestó Iruka.


—Ya lo sé. Calculé mal —dijo Kakashi—. ¿Y ahora cómo voy a ir al funeral del señor Minato sin que se entere la bruja? ¿Alguna idea, Obito?


Saltaba a la vista que Kakashi estaba más afectado por la muerte del señor Minato que por todo lo demás.


El Castillo De KakashiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora