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Como si la realidad las golpeara, el celular de Joy comenzó a sonar, alarmando y capturando la atención de todas las chicas, dejando en segundo lugar al beso compartido de Irene y Wendy segundos atrás.

—Es mamá —habló la más alta y dueña de la casa—, será mejor que conteste.

—Espera —detuvo Rosé—, todavía no estás en tus cinco sentidos, toma algo de zumo —ofreció, era cierto, Joy era la más alcoholizada allí. Todavía estaba consciente claro, pero su tono de voz sumado con su comportamiento estaban en un modo tan liberal y escurridizo que podrían delatarla.

—Vayamos afuera o encendamos la luz, quitemos la evidencia y veamos películas, seguro llama para avisar que vendrá en un rato —dijo Lisa, por mucho que deseara articular todas las dudas y preguntas que atravesaban como dagas en su cabeza, no lo hizo.

Joy asintió y dejó que el celular siguiera sonando mientras terminaba un vaso puro pero, esta vez, solo de zumo. Lalisa encendió la luz nuevamente, ignorando el hecho de que básicamente Irene seguía encima de Wendy, aunque ya no estaban besándose. Rosé por otro lado, tomó ambas botellas de soju ya vacías y se encaminó a la puerta.

—Trae tu celular Joy, capaz vuelva a llamar —avisó la castaña mientras Lalisa le abría la puerta de la habitación y la ayudaba a llevar una botella.

La más alta asintió y juntó los vasos en una hilera de dos, llevando una en cada mano luego de guardar su celular en el bolsillo de su pantalón.

Reaccionando un poco tarde, se levantó de golpe.— ¡Espera Rosé, no sabes dónde tienes que tirar las botellas! —aseguró y se apresuró en seguir a las otras dos chicas que ya había perdido de vista.

Segundos después, tanto Wendy como Irene sintieron como si recién despertaran de lo que había parecido un sueño que las descolocó de la realidad. La pelinegra se levantó con algo de torpeza para dejar libre el cuerpo de la rubia, mientras un evidente sonrojo se pintaba en su rostro. Tenía muchas ganas de continuar dándole muestras de amor, incluso más ahora que habían quedado a solas, pero algo la frenaba... su miedo. Había vuelto su miedo ahora que el alcohol había disminuido en su sistema.

Wendy por otro lado estaba perdida, tratando de asimilar si había sido real y por qué tuvo que terminar tan pronto. Tenía ganas de tomar a Irene por el cuello y obligarla a besarla de nuevo. Pero ahí mismo se quedó su deseo, en su mente, pues prefirió no hacer ningún movimiento más que el de incorporarse del colchón para sentarse.

El silencio era tan evidente en la habitación que no sabían cómo romperlo. Ambas fijaron sus ojos en la televisión cuando escucharon ruidos provenientes de ahí.

No tardaron en reaccionar de la misma manera, sus ojos se agrandaron y la primera en expresar algo fue Irene.

—Qué mierda... —murmuró desconcertada, estaba casi segura de que ese canal no estaba desde que habían encendido el televisor hace una hora atrás. Uniendo puntos, Irene tuvo a una única culpable— ¡Joy! —exclamó en voz alta y fuerte, a modo de reproche.

Solo a una pícara como ella se le ocurriría ponerles el canal de porno lésbico para molestarlas un poco.

Confirmó que la susodicha era la culpable cuando escuchó su risa escandalosa desde el piso de abajo.

—¡Lo siento, está fuera de control! —gritó en su lugar Rosé, la más cuerda de todas en el lugar hasta el momento.

Wendy se levantó para apagar el televisor pero no pudo evitar soltar una risa por ello. Imaginaba que era el alcohol aún en su sistema, de otra forma, ella solo estaría allí sentada totalmente avergonzada pero no era el caso.

As she pleases ; WenreneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora