Volviendo a Detroit

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Eran apenas las cinco de la tarde, pero el sol ya comenzaba a ocultarse, el frío casi glaciar atravesaba las ropas empapadas de Gavin, quien tiraba de las riendas de su caballo apache. Una yegua de veinte años llamada sombra, que claramente no le hacía honor a su nombre.

El animal llevaba más de una hora reacio a avanzar, estaba empapado y congelado mientras avanzaba sobre la nieve, las patas le temblaban y cojeaba levemente de su pata trasera, una herida provocada por la mordedura de un lobo hacia correr sangre provocándole gran dolor cada vez que apoyaba su pata.

-Vamos, estúpida yegua –Gruñía Gavin tirando fuertemente de las riendas en cuanto el animal se detuvo volteando la cabeza hacia atrás dejando escapar una especie de gemido, un bramido cansado, adolorido y asustado.

Gavin, acomodó el sombrero que llevaba, miró por sobre el animal viendo que la manada de lobos aún los seguía. Creía haberlos perdido al cruzar el río, pero los animales se las ingeniaron para avanzar hacia ellos. Hambrientos, aquellas grandes bestias los seguirían hasta que la yegua cayera cansada.

-Sombra –Llamó Gavin, acercándose al animal y palmando su cuello hizo que está volviera a verlo- Sólo un poco más, cariño –Tranquilizó volteando hacia el camino viendo a lo lejos la entrada del pueblo de Detroit.

El animal se inquieto nuevamente, sacudió la cabeza y relinchó avanzando y golpeando el cuerpo de Gavin de paso antes de comenzar a correr, soltándose del agarre de su amo.

-¡Estúpidos animal! –Exclamó el humano levantándose y viendo a los lobos acercarse, por lo que volteó entre maldiciones intentando correo, pero tenía las piernas entumecidos y cada paso hacia que el dolor subiera hasta su cadera.

Los lobos se acercaban acelerando su paso, estaban hambrientos y ya le habían perdido el miedo al humano, por lo que se lanzaron hacia él para poder satisfacer su apetito. Sombra, quien había vuelto hacia Gavin, se levantó sobre sus patas traseras, relinchó y bufó golpeando sus patas a un lado del humano para luego lanzar patadas esperando darle a algún animal, y aunque su valor era grande y aún más grande su deceso de proteger a su humano, el cansancio y el dolor lo eran aún más y sin poder resistir cayó hacia delante sosteniéndose de sus rodillas, bufando con fuerza haciendo que Gavin se acercara para intentar proteger a la yegua.

-¡Salgan, malditos animales! –Exclamó Gavin al abrazarse del cuello de Sombra viendo un lobo morder el muslo del animal haciendo que este intentara levantarse para zafarse del canino quien intentaba sacudir la cabeza para mantenerlo en el suelo- ¡Déjala! –Grito y corrió hacia el gran lobo gris lanzando una patada que fue detenida por otro gran lobo que se interponía en su camino mordiendo su tobillo sacudiendo la cabeza para impedir que se levantara- ¡Déja...!

Las palabras del humano fueros silenciadas por el sonido de una escopeta, los lobos al instante se dispersaron, pero uno de ellos volvió a lanzarse a atacar siendo abatido por un disparo, logrando que el resto de lobos huyera ante la amenaza.

Gavin intentó levantar la cabeza en busca del origen del disparo, encontrándose con un enorme caballo café oscuro deteniéndose a su lado.

-Por los pelos no te comen, forastero –Habló la persona sobre el animal, por lo que Gavin subió un poco más la mirada, logrando ver dos ojos cafés viéndolo con amabilidad, un Led giraba tranquilo en su sien, mientras tiraba suavemente de las riendas de su caballo para impedir que este aplastara al hombre en el suelo- ¿Que hace alguien como usted atravesando los bosques?

Gavin, sin responder, volteó y avanzó un poco hacia su yegua, quien estaba echada en el suelo, herida y cansada. Se levantó aunque sus piernas dolían y corrió hacia ella para ver su estado. Tenía el hocico herido y ambas patas traseras, algo que tardaría en sanar.

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