୨ 𝐹𝑖𝑟𝑒 𝐶𝑢𝑟𝑒 ୧ || 𝑆ℎ𝑜 𝐾𝑢𝑠𝑎𝑘𝑎𝑏𝑒 『𝙵𝚒𝚛𝚎 𝙵𝚘𝚛𝚌𝚎 • 𝙾𝙲』

𝐶𝑎𝑝𝑖𝑡𝑢𝑙𝑜 𝑋𝑋𝐼

♱୨ 𝒫𝓇𝓊ℯ𝒷𝒶 𝐼𝐼 ୧♱

La chiquilla rodó por el suelo con una extraña mezcla de dolor y desagrado reflejados en su rostro. Interesante le dijo la voz de su consciencia mientras se levantaba y acomodaba su falda, y peligroso... se contestó a sí misma llevando su mirada al chiquillo albino. No se lo había planteado con seriedad hasta ese momento, ¿Cómo funcionaba la habilidad de Sho?.

—¿Que esperas una invitación? —Cuestionó apareciendo en un abrir y cerrar de ojos frente a la susodicha, el mango de la Katana golpeó su abdomen haciéndole expulsar todo el aire en sus pulmones, como si no fuera suficiente, el chiquillo le proporcionó una buena patada que le mandó de vuelta al suelo— Hoy estas mas inutil que de costumbre —Comenzó acercándose a ella dejando en evidencia un par de bolsas oscuras bajo sus ojos, a Daishi le pareció que el madrugón de la noche anterior sufrió un efecto contrario en él— Ma... como sea, intenta no bajar la guardia demasiado o me aburriré.

—Aburrirte? —La dorada punta apuntó el pecho del peliblanco deteniéndole antes de que se acercase demasiado, con eso le fue mas que suficiente para la ojiazul saber que su mayor problema tal vez no seria descubrir su habilidad mas bien el concentrarse— Para ti siempre soy una inutil, entonces —Sus ojos desprendieron un débil halo azulado como cuando una luz se reflejaba en una piedra preciosa— ¿Cuál seria la diferencia? —Intentó proporcionarle un golpe mas el oji-carmín lo esquivo con facilidad, como el digno ser animal que era se levantó de un saltó— Y dime, lograste dormir? fu~ yo tuve una muy linda noche —Lanzó su guadaña como si esta fuera un hacha en su dirección, lo ultimó que escuchó fue como el dorado instrumento impactaba contra una de las paredes, luego, de la misma forma, sin embargo en distinta ejecución, apareció frente al Kusakabe con intenciones de atestarle un golpe.

Calor, de todas partes. Izquierda, derecha, arriba, abajo... Una vez mas, el peliblanco fue quien atacó. Mierda... esto será mas complicado de lo que pensé se dijo a sí misma tras tambalearse, la rubia dio un pequeño salto atras para evitar caer a la vez que su guadaña surcaba el lugar volviendo a su dueña:— Eh~... —Llevó su mirada a la Katana entre sus manos, por mas que detestara a Sho debía admitir que esta era un arma preciosa, con una empuñadura dorada con forma de cruz unida a una larga y afilada hoja plateada capaz de cortarte en dos. Una pequeña sonrisa se formó en sus labios al recordar la conversación en ese lugar— Linda Katana, me la prestas? —No podía continuar utilizando su habilidad como si nada, pues esto podría ser problemático para ella ya que le estaría dando mucha mas ventaja al albino, sin embargo, su principal propósito en ese momento mientras corría en su dirección era deshacerse de la maldita Katana. Calor, calor, calor... maldición es imposible cuando proviene de todas partes.

¿Pero por qué? desapareció a medio camino, por otra parte el albino Kusakabe ni siquiera daba señales de inmutarse es mas estaba igual de tranquilo que de costumbre como si no estuviera en medio de una pelea sin embargo, ambos sabían que en esa silenciosa calma se escondía una tormenta furiosa la cual quería arremeter contra todo su ser. Sho se preguntaba lo mismo: ¿Por qué desapareces? debía haber algo que no había notado aun algo que hasta cierto punto se le hacia molesto, él le estaba entrenando después de todo y aun asi no lo había notado, tal vez porque no le interesaba lo relacionado con esa chica... no hasta ese momento.

En un silencioso movimiento apareció sobre él, literalmente, girando su arma como si fuese un simple bastón, como si no pesase ni fuese mas grande que ella, con intenciones de darle un buen golpe. El sonido de ambos metales al chocar resonó en el desolado lugar, ambos se miraron a los ojos uno con desagrado y ella, bueno... con curiosidad. La única forma de descubrir como funcionaba la habilidad de ese Shota desgraciado era provocando que la utilizara:— Sin tu linda Katana no eres nada —alejó el largo mango dorado en un rápido movimiento, esa vez, fue su turno de proporcionarle una patada— No?, veamos que tal te va sin ella.