Ella, era la luz, él, oscuridad. Solo me habían puesto una sola regla: no debes entrar ahí. ¿La cumplí? Decir que sí, claramente sería mentir, así que no, no cumplí aquella regla y entre alli, donde lo único que pude percibir de aquel hombre sumido en la oscuridad, fue su voz grave, su misterio. ¿Me arrepentía? Lo único que puedo decir que para bien o para mal, él, Maximiliano Campbell cambió mi mundo desde el momento exacto que entró en mi vida, o yo en la suya.