La rubia observó con sentimiento el ramo de brezos púrpuras que le fue obsequiado por aquella chica de piel morena. -Zarpemos ahora -dijo en un suspiro. -Majestad, aún no se ha despedido de los Madrigal -respondió uno de sus almirantes. -Me he despedido de ellos, volvamos a Arendelle -ordenó. En ocasiones, desobedecer las reglas suelen tener un precio alto que pagar.