Levantó las manos a sus costados dificultosamente, la herida todavía le sangraba, tenía los labios resecos, signos de la deshidratación que experimentaba. Las piernas no le aguantarían por mucho tiempo, se desplomaría y los inmaculados continuaban señalándola amenazadores con las afiladas púas de sus lanzas. Soltó un bufido claramente cansada. -Se encuentra ante la presencia de Daenerys Targaryen de la Casa Targaryen, Reina de Andalos -Demasiados títulos-replicó Lyanna con una sonrisa ladeada-De solo escucharte, quiero caer dormida. Missandei observó a la Reina con ojos abiertos sin saber que decir o hacer, por otro lado, las lanzas de los inmaculados subieron peligrosamente cerca de su laringe. Siguió sonriendo tajante y altiva. Lyanna presenció sin reparo como la ira crecía en aquel iris color violeta. Sus ojos eran casi hechizantes. Como si no tuviera cerca de la muerte y sin prestarle interés a las púas en la garganta, empezó a perderse en ese extraño color lívido. -¿No temes morir ante una Reina?-Daenerys bajo las escaleras con lentitud y cuando estuvo a solo unos metros de Lyanna, pudo presenciar como su corazón se ralentizaba. Casi estaba muerta-Haz una reverencia y consideraré el tiempo de tu estadía en Meereen-amenazó cortante. Esta vez, sin ninguna pizca de emoción. -Os contaré una cosa, su alteza-contestó burlona-No me arrodillaré ante una mujer extranjera que se autoproclama como la Reina de los Siete Reinos sin siquiera conocer donde está ubicada la Bahía de Aguas Negras. Estuve presenciando por tres largos años como en cada esquina de Westeros aparecía un nuevo Rey demandando un trono sin poseer ningún conocimiento de lo que realmente significaba la palabra gobernar. Cuatro de ellos están muertos en este momento-entrecerrando los ojos dejo salir un suspiro, intentando atrapar algo de estabilidad-No os nombre a si misma Reina de los Siete Reinos, a menos que su trasero este en el Trono de Hierro, claro esta
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