Gerard había pasado la noche trabajando en sus cómics, había tenido la inspiración y se había levantado de la cama en plena madrugada, dejando solo a su esposo.
Para cuando Frank despertó, no encontró al mayor a su lado por lo que se levantó. No hacía falta preguntar, sabía perfectamente en donde estaba el castaño. Caminó hasta la habitación que Gerard usaba para trabajar, aquella que estaba llena con vinilos de sus artistas favoritos, cómics apilados y una que otra figura de Star Wars esparcidas por el lugar y un amplió escritorio junto a la ventana, dándole al artista una vista completa del exterior.
Abrió la puerta y lo encontró ahí, aún sentado escribiendo quién sabe qué.
—Gee...—. Solo obtuvo un "Uhm" por parte de su esposo, eso significa que estaba concentrado. —Prepararé el desayuno—. Avisó, viéndolo asentir.
El tatuado caminó de inmediato a la cocina. Estaba acostumbrado a despertar así, no era de todos los días pero la mente de Gerard tenía la manía de darle ideas por la noche o en la madrugada y Gerard se levantaba y escribía o dibujaba durante horas, algunas cosas eran solo borradores, notas o bocetos que solo Frank había tenido la fortuna de leer, su Gee siempre le mostraba las cosas a él primero y Frank siempre lo felicitaba y se emocionaba de poder tener el nuevo trabajo de su esposo antes que nadie y posiblemente la única persona que tendría algunos de ellos.
Mientras preparaba la comida, escuchó los pasos de su pareja y en cuestión de segundos lo tuvo pegado a él, abrazandolo y pidiéndole atención con la mirada.
—Buenos días—. Alzó un poco su rostro, teniendo incluso que ponerse de puntillas para poder besarlo.
Gerard sonrió al separarse del beso. —Buenos días, ¿Te ayudo?—.
Frankie asintió sonriendo de la misma manera.
Era navidad y la pareja realmente no tenía mucho que hacer, habían realizado sus compras con anticipación por lo que después de desayunar fueron un rato con el montón de perros que tenían por culpa de Frank, aunque igualmente Gerard adoraba pasar tiempo con los caninos y alimentarlos con la mano, o simplemente ver al tatuado jugar con ellos, ensuciandose la ropa en el césped cuál niño pequeño.
—Frankie, vamos adentro, tengo frío—.
El mencionado lo miró y se acercó, extendiendo sus brazos hacía él, abrazandolo apenas se acercó lo suficiente.
—Sigues siendo un sensible con el frío—. Murmuró sobre su hombro.
—Que a ti no se te congele el trasero es otra cosa—.
—¿Lo tienes congelado? Porque yo se como hacer que se te quite—. Lo miró con diversión.
—Es una maravillosa oferta, pero paso. Prefiero que vayamos adentro, llevemos las sábanas a la sala, prepares café y veamos una película juntos—.
El menor fingió pensarlo. —¿Sabes qué? Me encanta la idea—.
Y así lo hicieron, volvieron adentro solo que esta vez con un montón de perros detrás de ellos que terminaron esparcidos por la casa o directamente acostados junto a la pareja.
Habían pasado varias navidades juntos pero no las suficientes. Habían sido años de noviazgo hasta que se comprometieron y un día se casaron, años desde aquella navidad en casa de los Iero en donde habían terminado vagando por el parque hasta la madrugada, riendo por cosas banales y recuerdos tontos de cuando eran más pequeños.
El cabello de Gerard ya no estaba teñido, llevaba tiempo sin teñirlo de rojo, negro o de cualquier otro color que le gustara usar. Ahora prefería el verde de esa chaqueta que siempre usaba y parecía estar adherida a su cuerpo. Su cabello estaba largo y de su color castaño natural pero sus ojos seguían manteniendo ese color verde que tanto le gustaba al menor y sus labios seguían siendo delgados y delicados.
El cuerpo de Frank se había cubierto de tatuajes, algunos más significativos que otros que solo tenía por diversión. Gerard sabía perfectamente que tatuajes eran por él y para él, le gustaba tocarlos y recordarlos en cualquier momento porque las memorias volvían a su mente y no podía evitar sentirse afortunado de tenerlo a su lado.
Habían tenido momentos difíciles de manera individual y como pareja pero nunca se dieron por vencidos y entregaron lo mejor de sí mismos para superar los tropezones que habían tenido en el camino y ahora, le alegraba decir que tenían un buen matrimonio; uno estable y amoroso.
Era navidad de nuevo y ellos ya no eran jóvenes pero eso estaba bien, no se arrepentían de tener la vida que ahora tenían, eran más felices y estaban más sanos que nunca.
Ya no había borracheras, solo una tarde tranquila bebiendo café sin importar cuanto calor hiciera.
No habían peleas ni celos innecesarios, solo algunos jugueteos cuando despertaban juntos por la mañana, jugueteos que terminaban en más que una sesión de besos o caricias.
Las lágrimas se habían reemplazado por risas y esas pequeñas sonrisas que amaba ver dibujadas en el rostro del más alto.
Ya no había necesidad de perseguir al otro por las calles llenas de gente como la estúpida pareja joven que habían sido.
Ahora veía a Frank llevar a sus perros a la cama para jugar con ellos ahí y llenar las sábanas de pelo sin importarle si era hora de dormir o no.
Su relación seguía de pie a pesar de los años, al igual que sus amistades.
Ese año Mikey y Ray irían a la casa de la pareja para celebrar ahí con sus respectivas esposas e hijos. Gerard y Frank no sentían que les hiciera falta tener un bebé o simplemente niños, les bastaba con cuidar de los perros que cada vez eran más pues el menor no paraba de adoptar cachorros y llevarlos a casa, siempre decía que era el último pero después llevaba a otro; simplemente no tenía remedio alguno.
Querían una navidad tranquila y en familia.
No les hacía falta tomarse fotos para mostrar que estaban juntos o los regalos que recibirían, realmente no les importaba eso, su amor era más que aquellos detalles superficiales.
Para cuando la película acabó, ambos se habían quedado dormidos, uno sobre el otro y cubiertos por las sábanas para que el frío no les molestará.
Se quedaron así hasta que los despertó el timbre de la puerta, sus invitados para la cena habían llegado y ellos aún estaban en pijamas, con la sala hecha un desastre y con todos los perros en diferentes habitaciones.
Gerard lo miró y soltó una risa.
—¿Abres tú?—.
—Claro, ve a cambiarte—. Le dio un pequeño beso en los labios y otro en la frente.
La pareja se levantó y Gerard fue a cambiarse su pijama de Batman, llevándose las sábanas mientras Frank abría y se ocupaba de llevar a los canes afuera.
Nadie mencionó nada, era más que obvio que se habían quedado dormidos de más. Podrían haber cambiado muchas cosas pero en ese sentido seguían siendo un desastre, un desastre que a ellos les parecía totalmente divertido y aceptable.
¿Saben la mente de quién más le da ideas en plena madrugada y se pasa la noche escribiendo? Exacto, la mía. Después de un mes sin actualizar aquí está la segunda parte, mi cabeza de repente me dio para escribir 1160 palabras sin ningún problema, así que posiblemente pronto actualizaré 'Don't Tell Me You Love Me' que también es Frerard, gracias por leer y ps feLIZ NAVIDAD no me gusta pero si a ustedes sí, espero que la pasen bien, siento que se ve muy seco . _. En fin, equis, pd: mis gatos también tienen insomnio y andan jugando en mi cama en lugar de dormir jsjsjsjs.
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𝑶𝒏𝒆-𝑺𝒉𝒐𝒕'𝒔 𝑭𝒓𝒆𝒓𝒂𝒓𝒅
FanfictionG+F Smut Soft Warm Angust Hurt/Comfort 8/12/2020: 9° en #frerardoneshot