Bailando bajo la lluvia

32 2 0
                                    

El camino hasta su hogar era solitario pues habían decidido que lo mejor era mudarse lejos de la ciudad para así tener un poco más de privacidad.

Se encontraba conduciendo cuándo las primeras gotas de lluvia chocaron contra el  cristal del auto, anunciando la inminente llegada de una tormenta.

—¿Puedes detenerte?—.

—¿Por qué?—. Levantó una ceja, manteniendo la mirada sobre la carretera que debían seguir para llegar a su hogar.

—Hazlo, por favor—. Insistió Gerard, logrando que el contrario estacionara en uno de los costados.

—¿Qué crees que haces?—. Discutió alarmado al ver a Gerard abrir la puerta del auto, aparentemente sin importarle la lluvia que había comenzado. —Gerard, vuelve adentro o vas a terminar enfermando—.

Pero el chico de ojos verdes lo ignoró, rodeando el auto para abrir también la puerta del lado del conductor. Frank clavó su mirada sobre él, confundido por aquello.

Se mantuvieron en silencio mientras las gotas de lluvia empapaban al pelirrojo y parte de la ropa del tatuado al estar la puerta aún abierta.

—Por favor—. Un murmullo abandonó los delgados labios del hombre que permanecía de pie debajo de la lluvia a la vez que una de sus manos se extendía hasta su pareja.

Frank tuvo dudas por algunos instantes pero terminó accediendo, después de todo no podía negarse nunca a Gerard, por más raras que fueran sus ideas algunas veces.

Tomó la mano de su amado, bajando del auto. Tan pronto como lo hizo, la fría brisa del ambiente lo rodeó y su cabello terminó pegándose a su rostro cuándo la lluvia lo cubrió.

—¿Qué estamos haciendo, Gee?—.

Pero la única respuesta que consiguió fueron los brazos ajenos envolviendolo en un abrazo que pretendía mantenerlo a salvo de la temperatura que cada vez era más baja.

—No podría amar de nuevo—. Confesó el ojiverde al tiempo que su cálido abrazo era correspondido por el tatuado.

—No tendrás que hacerlo, yo voy a quedarme aquí contigo hasta que nuestros días se acaben... Nos iremos juntos cuándo sea el momento—. Prometió.

El viento soplo más fuerte y la lluvia se tornó más intensa pero ninguno de los dos quería volver al interior del auto. Probablemente iban a terminar enfermos por pasar tanto tiempo debajo de la lluvia pero daba igual, ya se las arreglarian si aquel terminaba siendo el resultado.

Las manos cubiertas por tinta de Frank fueron hasta la cadera de su pareja.

Una sonrisa diminuta se formó en los suaves labios del mayor mientras sus propias manos buscaban su camino hasta los hombros de Frank.

Sus ojos se encontraron y las palabras sobraron en un momento tan perfecto como aquel. Sus cuerpos se movieron a la par, en perfecta armonía mientras la lluvia caía a su alrededor.

Parecía que todo iba a menor velocidad, dejandolos disfrutar del momento. Las gotas de lluvia chocaban contra el suelo y sus cuerpos, haciéndolos reír cuándo alguna daba directamente contra sus rostros pero eso no los hacía detenerse, nada lo haría.

Podrían bailar juntos hasta que el fin del mundo llegara y toda la vida se consumiera en un instante, eso no sería un obstáculo para ellos dos.

Los bellos ojos de Gerard estaban iluminados con la más pura expresión de amor y después de tantos años, Frank aún no era capaz de comprender como alguien podría amarlo tanto, como alguien podría estar tan profundamente enamorado como él lo estaba de Gerard, como el sentimiento era mutuo en esta ocasión.

Quería gritarle al mundo sus sentimientos por el dueño de aquel par de esmeraldas. No le importaba quién escuchara o quién no lo hiciera, solo necesitaba sacarlo de su pecho.

Juntó sus cuerpos por completo, bailando a su par con una sonrisa acompañando sus movimientos.

𝑶𝒏𝒆-𝑺𝒉𝒐𝒕'𝒔 𝑭𝒓𝒆𝒓𝒂𝒓𝒅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora