31. Te amo, de la manera mas egoísta posible

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Lean la notita del final, es bastante importante.

PD: Este capitulo contiene lenguaje soez

Me estire sobre el verde pasto, seguía haciendo un frio que te cagabas, pero me gustaba tumbarme en la hierba.

Me encontraba en un parque rodeado de pistas, literalmente estaba en el césped al lado de una de baloncesto, me separaba una gran valla así que no me preocupaba. Necesitaba desconectar, últimamente las clases estaban siendo un asco, mis notas iban bien como de costumbre, el problema era Cristina, se pasaba todo el día pegada a Eduardw y era incomodo, Cedric incluso la había mandado a la mierda.

Sonreí cuando escuche como los que jugaban se reían, me era tan como el solo escuchar el murmullo de la gente, sin tener nada que ver con ellos, me sentía libre y sin ataduras. Me cage en la madre de la persona que se había tropezado con mi pie, levante la mirada encontrándome a mi pesadilla diaria, Cristina.

 –Uy, ¿te he hecho daño?-Rechine los dientes con una falsa sonrisa-A sido sin querer.

La vi alejarse con su contoneo de caderas, unas caderas que podrían contra un toro, dirigí mi mirada hacia las gradas y vi a Eduardw Collins atándose las zapatillas para ponerse a jugar. Bufe agotada, había llegado al punto de que su simple nombre me cansaba, últimamente no se podía hablar con él sin un “ósea” de Cristina.

Porque tenía que esperar a Dylan, que si no me hubiera ido nada más ver a Cristina, y ahora me daba cuenta que tener amigos tardones podía ser realmente malo.

Collins clavo su mirada en mí y sonrió con cansancio, yo solo fruncí el ceño y le saque el dedo antes de llamar a Dylan y reclamarle donde estaba.

Finalmente me rendí y me senté en las gradas, lo más alejada posible de Cristina. Observe como la rubia de bote se congelaba con su fino abrigo y su corta falda, sonreí victoriosamente al recordar la sudadera que llevaba debajo de mi abrigo, todo cortesía de mi hermano.

Cuando Dylan llego nos limitamos a mirar como jugaban al baloncesto, a ver como Cristina reunía a sus perras falderas y se tiraban sobre los jugadores cada vez que podían, especialmente Cristina sobre Eduardw.

 –No  lo entiendo, se deja magrear por ella y luego dice que esta hasta las narices. –Murmure sintiéndome estafada. –Realmente no lo entiendo.

Dylan aparto la mirada de su móvil para posarla sobre mí, apoye mi cabeza sobre su hombro y suspire. Puede que Dylan fuera el amigo más idiota que tenía, pero era alguien que sabía escuchar y sacarte una sonrisa.

 –A los tíos nos llama la atención lo femenino, algo que mires y digas; Joder está más buena que… –Se calló durante unos segundos. –Que lo mejor del mundo.

Rodé los ojos alejándome de él y volviendo mi mirada hacia la escena de Cristina y Eduardw.

 –Gracias por el consejo, me ha ayudado mucho que me llames machorro.

Él se encogió de hombros y seguimos mirando como jugaban.

Eduardw iba a beber agua y Cristina se le lanzaba encima, se paraba para atarse la zapatilla y Cristina se la ataba. Me preguntaba qué pasaría cuando fuera al baño, ¿Cristina le limpiaría el culo o qué?

Estaba agotada, reventada, mi plan de pasar tiempo con Eduardw se estaba lleno a la mierda, estaba pasando más tiempo con los libros que con él.

 –Ey Lo, ya que vamos a quedar todos en un rato y seguramente venga Eduardw ¿Quieres ser femenina durante un rato? –Le mire haciendo un intento de levantar una ceja. –Mi hermana me acaba de decir que podemos coger de la ropa que le queda pequeña, te juro que es la mujer más femenina y con clase que he visto en mi vida.

La rarita del pelo azulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora