Act 7

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No se como empezar esto. Supongo que seria bueno contar como nos conocimos.

⟦…Cinco años atrás…⟧

Inhala largo y tendido el suave aroma del mocca recién hecho. El fuerte olor de granos de café tostado mezclado con el gentil toque del caramelo le producía una sensación de paz. Lo necesitaba más que nunca, llevaba horas redactando, editando y re-escribiendo su tesis de grado. No sabía cuantas horas había invertido en ello, tampoco quería saber.

Pero juzgando por el temblor en su ojo izquierdo, diría que entre treinta y cuarenta horas. Da un largo sorbo a su taza, deja que el rico sabor del mocca colme su lengua y paladar, se permite cerrar sus ojos un momento. Relaja los hombros y apoya su peso en el respaldo de su silla. Se relajó, pronto siente el cansancio apoderarse de su cuerpo. Apenas alcanza a poner su taza sobre el escritorio antes de dejar caer sus brazos, cuando ya estaba alcanzado el umbral del sueño, escucha algo.

Un leve rasguño. Al principio pensó que era su mente agotada jugando con él, pero le siguió otro más, pronto se pone en alerta. Se echa hacia adelante y escucha con más atención que antes. Pequeños y ruidosos rasguños se escuchaban claramente al fondo de su casa. Ratas, fue su primera conclusión, pero habían fumigado el edificio hasta hace solo una semana, no tenía sentido que otro nido de ratas se hubiese instalado de vuelta tan pronto.

Los ruidos seguían y gracias a ello ya no tenía sueño, así que se levanto de su silla y empezo a seguir los sonidos. Camino por el pequeño pasillo que conectaba su habitación con la sala de estar. Llegados a ese punto, esos sonidos que parecían ecos a la distancia ahora eran más claros, por lo cual pudo descifrar de donde es que venían.

Llevo lentamente los ojos a la puerta de entrada, avanzo poco a poco y se asomo por el ojo mágico. No había nadie frente a su puerta, Yugi no era una persona miedosa, pero fue inevitable imaginar por un segundo todas las escenas del cine de horror que ha tenido la desgracia de ver.

Una mujer de tez pálida, casi gris por su avanzado estado de descomposición, que se arrastraba por el piso. Dejando un rastro de líquidos amarillentos y fétidos por donde su cuerpo pasaba. Con la mala fortuna que se detiene justamente en su puerta, podía visualizar su mano sucia y podrida rasguñando, rasgando la madera de su puerta una y otra vez.

Sacude su cabeza, tratando de alejar esos pensamientos de su mente. No, los demonios y brujas eran inventos de la imaginación humana, no algo real ¿cierto? Traga en seco, extiende su mano temblorosa al picaporte de la puerta y lo gira poco a poco.

Abre la puerta de golpe, cerrando sus ojos por inercia pensando que vería algo que lo llevaría a enloquecer, se quedo así unos segundos hasta que empezó a sentirse tonto. Abre despacio los párpados para ver el pasillo vacío que estaba frente a su apartamento. Suspiro aliviado, por dios, que idiota era.

<Miau>

De inmediato baja la cabeza al escuchar el maullido. Allí, sentado en la alfombrilla de afuera de su puerta, estaba un gatito. Una diminuta bola de pelos negra, de inmensos ojos violetas y pequeñas orejas. El animalito lo mirada directo a los ojos y cuando menos se lo espera, entra a su casa.

Se cuela entre sus piernas y camina por su sala. Yugi, en shock, observa en silencio como esta bola de pelos cubierta de tierra se sube a su sofá de un salto. Se pone en el rincón, junto a uno de sus cojines, para luego hacerse bolita y dormir. Le tomo un momento procesar lo que acababa de ocurrir, cerro su puerta con cuidado pasando pestillo y avanzo a su sofá.

Se sienta en el otro extremo, mirando siempre a esa durmiente bolita, la cual estaba a sus anchas disfrutando del agradable calor hogareño.

Yugi sonrió. Completamente encantado.

All the lies you said.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora