Act 6

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Act VI

El eco que hacían sus botines a subir por las gradas, se repite en la distancia mientras va escalando para acercarse a su presa temblorosa. En el ambiente se saboreaba algo metálico, se percibe el olor a sangre seca en en aire. Cuerpos desplomados de pobres bastardos, siendo masacrados por las propias armas que ellos iban a usar en él. Y su jefe, su aniki, en lo alto de las gradas tratando de arrastrarse de espaldas por que sus piernas estaban quebradas. Intentaba escapar de aquel demonio de mirada escarlata que iba subiendo sin prisa por las gradas.

Atem tiro a un costado unas cadenas ensangrentadas que había usado hasta hace un momento. Hacen un estruendo horrible al caer en el piso de madera lustrada, al estar a un lado de Ushio se pone de cuclillas para ver de cerca su rostro, para el granuja era como ver al diablo a los ojos. Un par de iris rojas como la sangre que brota de las heridas abiertas, sin ese pequeño punto negro en ellas, eran solo dos circulos rojos carentes de humanidad. Atem por su lado, estaba maravillado, contemplado el rostro hinchado de Ushio. Su boca desbordaba sangre, escupiendo cuagulos de forma involuntaria mientras la quijada le colgaba como si fuese ajena a su cuerpo.

No volverás a meterte con nadie de mi equipo ¿estamos claros? Se que tienes la quijada quebrada, solo mueve la cabeza si me entiendes.

Este asiente de forma enérgica, con los ojos completamente llorosos por el miedo tan puro e intenso. Atem sonríe y se aleja, se baja de las gradas con cuidado y se va acercando a sus cosas. Tenía algunos moretones en su rostro, pero sus nudillos eran los más afectados, estaban hinchados y reventados. Sangraban, goteando por el piso. Era una mala costumbre, golpear tan fuerte que sus nudillos se abrieran. Como pudo se puso la camisa blanca, iba empezar a abotonarla pero, escucha como abren las puertas del gimnasio de golpe.

¡Dioses!

Bajo la cabeza fastidiado al escuchar el suspiro de horror de la profesora de aritmética, la ve por el rabillo del ojo y le sonríe de costado. La pobre mujer le observa en pánico, este simplemente alza sus hombros desinteresado.

"Ya se, ya se." Dice mientras se termina de abotonar la camisa. "¿A la oficina del director?" La señora asiente incapaz de hablar. "¿Me deja vendar mis nudillos primero?" Vuelve afirmar con la cabeza. "Gracias querida."

[…]

Estaba sentado a un lado del escritorio de la secretaria, hablando muy animado y tranquilo con ella, conversaban de tonterías y había cierto coqueteo de parte de ella y un poco de él. Era una muchacha bastante joven, su pelo rubio estaba fuertemente sujetado en su prendedor de plata y su risa, aunque ruidosa, era encantadora.

"Eres muy elocuente para tu edad."

"Gracias, preciosa." Le guiña un ojo, esto hace que las pálidas mejillas de la chica se tiñen de rojo suave. "Eres demasiado bonita para estar encerrada en esta aburrida oficina."

"Oh ¿en serio?" Ella alza una ceja y muerde de forma juguetona el borrador de su lapicera. "¿Y que propones que haga para cambiar eso?"

"Oh, pues—"

"Perdón interrumpir." La voz de Yugi hace que Atem tiemble en su sitio, voltea de golpe para ver a su profesor cruzado de brazos, viendolo con una mirada particularmente molesta. "Escuche lo de Tsukumo-chan y lo de Ushio-kun, quería ver cono estabas pero ya veo que hice mal en preocuparme." les da la espalda, caminando a la salida. "Sigan con su plaquita."

"¡Profesor!" Bien perro, hasta que le ponen correa. Se levanta de su silla y corre tras Yugi, tomando su muñeca. "No estes celoso por favor." Murmura bajo, esto hace que el malestar del profesor se agudice y se suelte de un manotazo.

All the lies you said.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora