Act 14

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Act XIV.

Estaba contemplado el cielo. Un infinito manto azulado adornado de esponjosas nubes, mientras iba flotando a la deriva en un océano de agua tibia. La corriente lo hacía flotar sin tener rumbo fijo, aunque francamente a él no le interesaba ir a algún lado. Sentía paz, ningún dolor le aquejaba ni nada le atormentaba.

Cerro sus ojos, dejando que el sonido de las olas le envolvieran y que el agua actuará tanto de manto como cama para él. Era maravilloso, sin duda, pero había algo que faltaba. Cómo si necesitara una cosa más para que todo fuese realmente perfecto.

<<Atem.>>

Abre los ojos por completo, esa voz, sonaba distante, como un eco, pero pudo reconocerla.

<<Amor por favor, despierta.>>

—Y-Yugi…

<<Vuelve a mi, te necesito conmigo, despierta mi vida.>>

Estiro su mano al cielo, nuevos sonidos se hacen presentes a su alrededor; suspiros, conversaciones, pasos y ruido de agetreo. Empieza a patalear con desespero, ya que sentía que el agua lo estaba tirando hacia abajo.

<<Te amo tanto, vuelve, por favor vuelve...>>

Una luz intensa ciega su vista por incontables segundos. Poco a poco una silueta se va materializado frente a el, borrosa y oscura pero que se acercaba. No tenía miedo, solo deseaba salir de allí, estira su mano hacia esa sombra y la toca, tomando su brazo.

—…Yugi...—Suspira su nombre con anhelo, apretando su mano alrededor de ese brazo, agarrado como si aquello evitará que se perdiera de nuevo.

—Eh, no.—Entra en estado de alarma, pronto su vista se aclara por completo. Estaba agarrando del brazo a un joven enfermero que le veía con una ceja alzada. Lo suelta con cuidado, comenzó a sentir el cuerpo adolorido,— Me llamo Judai de hecho, no Yugi.

—L-Lo siento—responde en un suspiro ronco, siente la garganta adolorida e irritada, nota que tenía una mascarilla que le proporcionaba oxigeno—, estoy en el hospital.— No pregunta, afirma sin titubear.

—Bingo—el simpático castaño ríe de manera amena, se acerca y pone una luz en sus ojos para revisar en qué estado estaban—, tus pupilas reaccionan bien ¿Que es lo último que recuerdas?—Le aparta la luz, guardando la linternita en sus bolsillos.

—Veamos—murmura cerrando sus ojos, apretando los parpados—estaba en la cancha, mi equipo ganó el partido, estaba conversando con un amigo y luego nada, todo se fue en negro.

—Bien, tu memoria no fue afectada por suerte—, el enfermero escribe algunas cosas en su libreta—tuviste una contusión el otro día, estuviste un poco delicado pero ya estás mejor.

—¿…el otro día?

—Sip, llevas dos días aquí.

—¿¡Dos días!?—El moreno vuelve a estar alarmado, intenta sentarse pero los cables en su cuerpo le impiden moverse libremente. Sumado a una migraña prolongada que lo hizo frenar, el enfermero pone las manos sobre su pecho y lo vuelve acostar.

—Calma, si tienes esos sobresaltos tu estadía aquí va a ser más larga.—Le explica con diligencia, con cuidado acomoda sus sábanas para arropar mejor su pecho,—voy a llamar al doctor y avisarle a la gente que espera afuera que ya estás consciente, que por cierto, no es poca.

Este extraño chico ríe entre dientes y se aleja, saliendo por la puerta de su habitación. A pesar de las recomendaciones, Atem se incorpora en la cama con cuidado y se quita la mascarilla, visiblemente fastidiado. Mira a los lados buscando su celular o algún reloj, al ver a su izquierda nota un enorme arreglo de flores, de distintas formas y colores. El olor fresco que desprendían de sus pétalos llegó pronto a su nariz.

All the lies you said.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora