Act 8

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Act VIII

—¿Que has escuchado de Tsukumo?

—Tardara un mes en recuperarse totalmente, supongo que este año quedara una vacante libre en el equipo.

"¿Quien dijo?" Casi se van de bruces. Atem observaba a esos dos personajes con una mirada severa. Les juzgaba con dureza con la mirada y en silencio, arrugando más el entrecejo conforme pasaban los segundos. "Que raro, me han de leer la puta mente por qué, que yo recuerde, no he mencionado un carajo de que quedo un puesto libre."

Esos dos empezaron a tartamudear y a darle escusas a su capitán, cosa que el egipcio le resbalo cual jabón. Pasa de largo a un lado de ellos, tomando sus cosas e ignorando por completo sus balbuceos sin sentido. Antes de salir de los vestidores, se detiene en el umbral de la puerta y los observa por sobre su hombro izquierdo. La maldita escarlata, tan tóxica como letal, les hace estremecerse desde lo profundo de sus huesos.

"Tsukumo va regresar en un mes, cuando lo haga tendrá su puesto justo donde lo dejo. Y si siguen hablando por mí, sobraran dos."

Pausa por un segundo, el ambiente se torna pesado. Costaba hasta respirar.

—¿He sido claro?

—¡SI SEÑOR!

Suspira. Su paciencia siempre se ponía a prueba, cuando sale de los vestidores puede escuchar a esos bufones abrir sus casilleros a fuerzas mientras murmuran cosas. Cuando lleva la vista al frente, se topa que al final del pasillo, recargado en una pared, estaba un chico de revoltosa cabellera rubia esperándole. Usaba el uniforme de la escuela, apoyaba parte de su peso en una muleta. Esto debido a que su pierna estaba enyesada desde la rodilla hasta toda la extension del pie. A pesar de esto, este chico de ojos como la miel le sonríe tan amplio y ligero.

Se queda quieto a pocos metros de él, observando su figura con estupor.

—Katsuya…

Tem!" Jono como puede avanza unos pasos hacia adelante, siempre sonriendo a su viejo amigo y compañero de equipo. "¿Que me cuentas capitán, como has estado?"

"¿Yo? Tú eres el que sigue enyesado." Por fin se mueve, avanza hasta Katsuya y sin molestarse en preguntar se pone en su costado derecho. Justo donde no tenía muleta donde apoyarse, pasa su brazo en torno a su cintura y pone el brazo de Jono alrededor de sus hombros. "¿Como sigues de tu pierna?"

"El doc dijo que en dos semanas ya podrán quitarlo." Le guiña un ojo, camina siendo ayudado por Atem. "Escuche como regañabas a esos idiotas, juro que se cagaron encima Tem."

"Odio que hablen por mi." Pone los ojos en blanco y niega levemente con su cabeza, suelta un suspiro y vuelve la vista a él. "Tu también conservas tu puesto. Si quieres volver después de que te quiten el yeso, serás más que bienvenido."

"Atem." Le da un golpe suave tras su nuca. "Sabes que no, me rompí la pierna en tres partes. No podré volver a Jugar."

"Agh, el doctor exagera." De forma inconsciente aprieta un poco la cintura de Jono.

"Hey, no me importa, pudo ser peor."

"Nunca me has contado que te paso."

"Mejor así. Te conozco hombre, si supieras saldrías a matar."

"Entonces no fue del todo un accidente."

"Tem." El egipcio casi lo deja caer cuando siente un gentil beso plantado en su cien. "Basta, creeme, todo esta bien. Ahora, sigue el buen trabajo capitán."

Atem guardo silencio y sigue llevándolo a cuestas hasta salir al campo de futbol. Jono empieza a reír con ligereza afianzando más el agarre en los hombros de su amigo.

All the lies you said.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora