Act extra I

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Extra I.

Judai estaba con algunas carpetas en las manos, revisando con atención los expedientes. No era una noche muy movida en el hospital, gracias a dios, unas cuantas cortadas y uno que otro borracho que se lastimo a si mismo por andar en las calles a oscuras, tal vez lo más interesante de ese día fue la mujer que dió a luz hacia unas horas. Un varón de trescientos gramos y buenos pulmones, rosado como un lechón.

Es lindo cuando una vida empieza en su turno en vez de terminar.

—Buenas noches—, voltea para encontrarse a cierto joven de oscuro cabello y ojos azul zafiro. Le tomo un momento reconocerlo, era uno de los amigos de aquel chico moreno. El castaño le sonríe ampliamente y se acerca, nota que tiene entre sus manos un ramo de flores.

—Hola, yo te recuerdo ¡Eres amigo de Ahmed-chan!

—Si, lo soy. Y usted es su enfermero, Judai-san ¿No es así?—Yusei se acerca hasta el castaño sonriendo de una forma tranquila y amable, con esa mirada zafiro templada como océano en calma.

—Exacto—echa a un lado la cabeza en un gesto curioso, alzando su ceja—¿No te avisaron? Le dieron el alta a tu amigo está tarde.

—Lo sé, el mismo me lo dijo por mensaje.

—Oh entonces ¿Que te trae por aquí Yusei-chan?

—Usted.—Y sin más le entrega el ramo a Judai. Era un precioso arreglo de flores blancas y violetas—, solo deseaba dejarle esto y decirle...—Toma algo de aire y luego sonríe, sin perder el ritmo ni temblarle la voz ni siquiera—que realmente me atrae. Espero me permita intentar algo con usted.

Por lo menos este chico es formal.

—Ah…—El rostro del castaño era casi de fotografiar. Un suave rosado tiñe sus mejillas y la punta de sus orejas, sus ojos bicolores tiemblan levemente destellando con cierta emoción—, s-si sabes que yo te llevo mínimo cinco años ¿No?

—Estoy plenamente consciente de eso, Judai-san.

—¿Y que s-soy un hombre?

—Y eso también lo sé.—Rie un poco ante la cara de shock de Judai. Yusei avanza un poco y se inclina acercando sus rostros, el azabache era ligeramente más alto que el castaño. Le susurra contra sus labios prácticamente—, Y aún sabiendo todo eso, usted me atrae y me gusta. Realmente me gusta, Judai-san.

Le planta un inocente beso en la mejilla tomando con la guardia baja al enfermero. Este se aparta por instinto y el azabache solo ríe, ciertamente maravillado ante la reacciones tiernas de Judai.

—T-tú...

—¡En fin! Seguro no puedo molestarlo más en su turno, me retiro. Lo veré mañana.

—¿¡Ma-Mañana!?

—Si. Lo vendré a visitar seguido.—Y camina de vuelta a la salida del establecimiento tan campante y tranquilo, como si no hubiese pasado  nada— ¡See ya, Judai-san!

Judai solo se queda ahi, abrazando ese ramo de flores contra su pecho y con el corazón en la garganta. Baja la mirada y ve el pequeño obsequio, lo atrae a su rostro para hundir su nariz entre los pétalos. Sus piernas tiemblan levemente y sino fuera por qué estaba en público, juraría que se dejaría caer.

—Puede que sea una broma—, dice para sí mismo sin aparta las flores—, pero ¿Que tal si de verdad viene? Dioses, esto no puede estar pasando de verdad.

Para descontento (o no) de Judai, efectivamente Yusei vino al día siguiente y todos los días después de ese. Le traía de vez en vez flores, dulces, uno que otro regalo pequeño. Cuando quiso darse cuenta, ya estaba valorando mucho las visitas de este chico y el como este le sonreía siempre que se veían.

All the lies you said.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora