Act 1

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Act I.

Cuando pensamos de forma simplista en la palabra "terrorista", podríamos decir que describe a un tipo de persona en particular. Alguien que a pesar de las consecuencias que sus acciones pueden traer, igualmente las hace sin medir el daño colateral.

"Tú me gustas."

Así sin más, suelta aquellas tres palabritas tan simples pero tan complejas a la vez. Sin perder en ningún momento el contacto visual con su interlocutor. El cual quedo paralizado, sosteniendo en el aire su taza de café caliente. Rozando con sus labios la porcelana blanca de la taza sin llegar a beber ni un sorbo del liquido, el vapor del mismo hacia cosquillas en su nariz.

Esas tres palabras hacen eco en su cabeza, como un bucle infinito, tratando de procesarlas y entenderlas.

Una forma intrincada para describir a alguien cuya vida se rige bajo el lema "el fin justifica los medios."

"¿Di-disculpa…?"

Por fin le responde. Pero no era una respuesta que su contraparte esperaba, este coloca una mueca de fastidio para luego rodar sus ojos ¿¡con que derecho pone esa cara después de decir semejante cosa?! Y para concretar, a pesar de que aquello era una supuesta confesión amorosa, el estaba tranquilo. Sentado como si nada y cruzado de piernas, con una cara de hasta aburrimiento y con el rostro recargado sobre la palma de su mano.

"¿Acaso esta sordo? Le dije que me gusta." Altanero le increpa, sin perder el gesto de fastidio (o aburrimiento) en su rostro. "Me gusta, no como amigo, como amante, como hombre." Tan natural, como si hablase del clima. "Y se debe de hacer cargo de mis sentimientos."

—…Puedo decir con seguridad, usando como base lo que dije al principio de este texto, que la persona frente a mi…

Casi se le cae la taza ante la sorpresa, le tomo otra vez con la guardia baja. Atem Ahmed era una persona tan interesante y enigmática. Hablar tan calmadamente de su amor secreto, confesarse a él tan directo y brutal, sin endulzarlo, sin nervios o tan siquiera un temblor en sus palabras.

Simplemente estaba ahí, tomando un café negro, mientras la confesaba a su profesor que le gustaba y le atraía como hombre.

—…Es un terrorista…

"… ¿Si sabes que soy un hombre no?"

"No me digas ¿en serio? Nunca lo note." El sarcasmo era hasta doloroso.

"¿Y si sabes que te llevo diez años?"

"¿Vas a tomarme en serio o vas a seguir diciendo cosas estúpidamente obvias que ya se?"

[…]

No podía procesarlo, no quería hacerlo. Tembloroso deja el café sobre la mesa y lentamente toma aire hasta llenar sus pulmones por completo. Suelta poco a poco por la boca, logrando frenar su ataque de pánico. Esto era inaudito, un chiste, una broma de mal gusto que la vida le estaba jugando.

Yugi Mouto de veintiocho años de edad, profesor de historia avanzada y antropología, que daba clases tanto en la escuela secundaria y universidad local, se enfrentaba a esta situación. Un hombre que pasaba desapercibido, de poco carácter y con miedo hasta de alzar la voz, de lentes enormes y usando siempre un traje viejo, marrón oscuro, de tirantes y un moñito negro mal amarrado.

Que uno miraría por la calle una vez y ya, para luego olvidarlo por siempre en las infinitas memorias del día a día.

Y frente a él, su antítesis. Materia y anti materia.

Atem Ahmed, su estudiante de último año. Un atleta estrella, capitán del equipo de futbol americano, corredor nato, una de las mentes mas inteligentes de su generación y un líder natural. El crush de todas las jovencitas y de algunas profesoras, por que el desgraciado, no le bastaba con ser bueno en casi todo, la naturaleza le premió con una belleza exótica.

All the lies you said.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora