No lo sé

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Cuando llegaron a la casa de los Terushima ya estaba anocheciendo y Furihata sabía bien que estaban bastante cerca del horario de la cena. Su plan no era demorar tanto, pero Shoyo se veía tan feliz jugando con Tobio y Suga, que les costó mucho decidirse a alejarlos. El pequeño pelinaranja cambió un poco su expresión pero aceptó la decisión sin quejarse, Furihata y Suga hablaron con él sobre eso y el doncel de cabello castaño prometió que volverían pronto.

Shoyo ya no tenía una sonrisa deslumbrante en su rostro pero tampoco era esa expresión de medio camino a zombie que el niño había tenido esa mañana.

Terushima todavía no había llegado, Kanna estaba encerrada en su oficina y Saeko al parecer estaba en su habitación por lo que, según las empleadas, solo serían ellos tres para la cena. Furihata decidió que lo mejor sería duchar al pequeño antes de la cena y Ryu concordó en que era una buena idea por lo que también se ducharía antes de cenar.

El doncel subió las escaleras hablando con Shoyo y el rapado se encaminó hacia su habitación, revisó su celular y encontró un mensaje de Akaashi con indicaciones de lugar y hora, soltó un suspiro, entró en su habitación y cerró la puerta, estaba a punto de responder el mensaje pero se detuvo al notar que Saeko estaba acostada en su cama mirando una grulla de papel que sostenía a unos cuantos centímetros de su rostro. Había un montón de grullas de colores esparcidas sobre la cama y en el piso, junto a unas cuantas hojas de colores.

―No me gustan las grullas ―murmuró la rubia sin siquiera desviar la mirada.

―Pero cuando pliegas papel siempre haces grullas ―comentó Ryu en un tono neutro, intentando olvidar que esa misma tarde había discutido con ella.

―Cuando Akiteru me enseño a hacerlas ya no lo olvide... y definitivamente toma más tiempo hacerlas que los barquitos... en términos de mantenerme ocupada es mejor...

―¿Por qué no te gustan? ―preguntó el rapado mientras se sentaba a los pies de la cama.

―Me recuerda a ―hizo una pausa y soltó un suspiro mientras estiraba las alas de la grulla que sostenía con la punta de los dedos...

―¡¿Akiteru?! ―indagó Ryu y vio como la rubia soltaba la grulla y se incorporaba para sentarse en la cama―... siempre me pregunte porque no lo escogiste, me agradaba y era evidente que te quería ―agregó y Saeko centró sus ojos en él.

―Tu sabes por que...

―Si, tienes razón... demasiado bueno para ti ―agregó en un tono seco e inmediatamente recibió una mirada seria de la rubia.

―En serio, ¿me vas a tratar así en este momento? ¿Por qué te empeñas en pelear conmigo cuando intento... ?

―Por qué no intentas nada Saeko... sigues intentando que te vean como la víctima ―dijo como si nada restándole importancia a la mirada sorprendida de su hermana―... lo sé, caí en eso muchas veces, pero ya no, ya no... solo... enfrenta tus problemas como un adulto y ya no tendrás que pelear ni conmigo ni con nadie... y ¿sabes que? tengo la solución a uno de tus problemas... Akiteru quiere verte, ve y habla con él ―concluyó enviando el mensaje que Akaashi acababa de mandarle.

―¿Qué? ―exclamó una sorprendida Saeko antes de escuchar el pitido que anunciaba que acababa de recibir un mensaje―... no es posible... ¿cómo... ? ¿cuándo... ?

―Recupero mi numero y me contactó... en verdad quiere hablar contigo, y antes de que digas "no" ten en cuenta que si no vas mañana, vendrá a buscarte cuando esté toda la familia reunida... parece interesado en saber sobre Shoyo ―concluyó poniéndose de pie antes de encaminarse hacia su armario, dejando a su hermana en estado de shock en la cama.

Mi hijoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora