Michimiya Yui

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Todo iba bien ese día. La sonrisa de Suga lo hacía sentirse entre las nubes. Todavía no podía creer de luego de que salieran los niños pasarían el resto de la tarde juntos. Nada podía arruinar su día… entonces la vio acercándose a él con esa sonrisa falsa en su rostro.

Sintió su cuerpo tensarse y sin dudar un momento comenzó a caminar hacia ella.

—¿Qué haces aquí? —dijo ya estando a dos pasos de ella.

—Vine a ver a mi hijo, quiero disculparme y llevarlo a pasear —respondió ella como si nada desviando su mirada hacia la puerta.

—Sabes que no puedes aparecer así como si nada, tienes que avisar y hoy no es posible ya tenemos planes…

—Sawamura, es la madre, no puedes negarle que lo vea, así como tampoco puedes hacer lo de anoche, de impedirle hablar con él —la voz de hombre llamó la atención de Daichi e inmediatamente desvió su mirada al hombre que estaba a la derecha de Yui. Era Futakuchi Kenji el abogado de su ex, alto de cabello castaño claro con un fleco que caía hacia el ojo derecho, que siempre mostraba una expresión alegre.

 Era Futakuchi Kenji el abogado de su ex, alto de cabello castaño claro con un fleco que caía hacia el ojo derecho, que siempre mostraba una expresión alegre

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—Futakuchi —dijo entre dientes el pelinegro—… imagino que estarás al tanto de lo que hizo tu clienta ayer.

—Si y estoy al tanto de que se disculpó, es algo que podría sucederle a cualquiera…

—Tomaré mi día con Tobio hoy, porque como te dije ayer mañana no puedo, estaré muy ocupada al igual que el resto de la semana —interrumpió Yui en un tono serio frunciendo el ceño.

—Daichi, por favor, no necesito decírtelo sabes que está en su derecho y que existe una orden de juez que le asegura a Yui dos días a la semana con Tobio —dijo el abogado en un tono tranquilo.

El pelinegro soltó un profundo suspiro, desvió un momento su mirada hacia la puerta donde faltaban entregar muy pocos niños y nuevamente volvió a mirar a la mujer frente a él.

—Si no está en casa antes de las 21hs llamaré a la policía —dijo en un tono suave el pelinegro con una latente advertencia que no pasó desapercibido por los presentes. Yui sonrió triunfante y comenzó a caminar hacia la puerta—… yo voy por él —dijo Daichi en un tono frío y se apresuró hacia la puerta para recibir a su pequeño.

Tobio sonrió al ver a su padre acercarse, estaba contento pues pasaría el resto del día con Shoyo y Suga, esa idea en verdad le agradaba, había algo en la sonrisa de Suga que le encantaba.

Kiyoko se despidió del pequeño pelinegro con un beso en la frente y cuando su padre se agachó para saludarlo la vio. Estaba a unos cuantos metros detrás de su padre mostrando una sonrisa. Tobio pestañeo varias veces, la sonrisa de su rostro desapareció y finalmente centró sus azules ojos en su padre, quien tenía una expresión algo seria.

—Hola Chiky… lo siento tendremos que suspender nuestra salida… mamá vino por ti —murmuró soltando un suspiro mientras acariciaba la mejilla de su pequeño.

Mi hijoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora