Me abandonó

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一¡Kenji! 一volvió a exclamar la mujer antes de abrazar al confundido castaño, con tanta rapidez y fuerza que Futakuchi no sabia que hacer.

一¡¿Umi?! 一dijo el hombre viendo sorprendido a su esposa.

一¡Ahhh mi bebé! 一murmuró la mujer ahora acunando el rostro del castaño entre sus manos, mientras le regalaba una preciosa sonrisa...

Kenji conocía esa sonrisa ¿Era posible? ¿acaso esa hermosa mujer era su madre? no se parecía en nada a lo que recordaba, su madre era muy delgada, siempre sonreía pero había un aire de tristeza a su alrededor, su piel era muy pálida y su cabello siempre era un desastre... pero para él su mamá siempre fue la mujer más hermosa y dulce que existía... ¿Era posible?

一¿Ma... mamá? 一susurró Futakuchi realmente incrédulo y como respuesta recibió una sonrisa aún más amplia, otro abrazo y un sonoro beso en la mejilla, que dejaron completamente helado al castaño... no sabia que hacer o decir.

一Mamá 一la voz de una niña llamó la atención de la mujer y el castaño.

Umi se separó de él y acarició sus mejillas, antes de desviar su mirada un momento hacia la niña de 13 años, que si no fuera por el cabello rubio y los ojos color miel sería idéntica a ella, que en ese momento la miraba completamente sorprendida. Sonrió para la niña y luego volvió a centrarse en Kenji, quien luego de inspeccionar de pies a cabeza a la niña con la mirada, volvió a mirar algo sorprendido a la mujer. Umi esperaba que su hijo le dijera algo pero este estaba paralizado. La mujer soltó un suspiro y luego de dar una rápida mirada a su alrededor, mordió su labio inferior y habló.

一Hola amor 一murmuró e hizo una pausa antes de volver a acariciar la mejilla del castaño, en verdad no estaba preparada para esto, no esperaba encontrarse con él allí一... estas hermoso... te pareces mucho a tu abuelo...

Esas palabras devolvieron a Kenji a la realidad, sintió el ardor le las lágrimas acumulándose en sus ojos y retrocedió un paso chocando con la silla que había estado ocupando, la cual cayó al piso llamando la atención de muchos. Recordó que ella siempre le decía eso y nunca le gusto que lo comparara con ese hombre que había abandonado a su familia, él jamás haría algo así... y al pensar en eso esas lágrimas se sintieron como brasas ardientes que rodaban por sus mejillas... ella lo había abandonado, jamás volvió por él y ahora aparecía como la esposa de un importante empresario inglés y con una hija... tenía otra familia y lo había abandonado. Sus ojos pasaron de su madre a aquel rubio que la acompañaba y finalmente a esa niña idéntica a ella. Algo dolía en su interior y las lágrimas no dejaban de caer. Vio esas suaves manos acercándose a su rostro nuevamente y todo lo que pudo hacer fue retroceder, girarse y correr, sin preocuparse siquiera por esquivar a las personas. Salió del salón y se metió en un pasillo donde se encontró con una puerta que daba a las escaleras, sin detenerse ni un momento bajó las escaleras en unos segundos y pronto se vio en el garaje del subsuelo. Estaba realmente agitado y las lágrimas seguían brotando de sus ojos, se detuvo junto a una columna donde apoyó la espalda y descendió hasta agacharse abrazando sus rodillas. Su cabeza era un completo caos, necesitaba calmarse y el silencio de aquel lugar ayudaba, pero pronto ese silencio se vio interrumpido por el sonido de unos pasos.

一Kenji, amor, ¿estás bien? 一Aone acababa de detenerse y agacharse a su lado. El castaño apenas se movió para verlo y al albino le dolió verlo así, por lo que simplemente lo tomó entre sus brazos y sin decir nada más lo cargó hasta su auto.

Se fueron de esa fiesta sin despedirse ni nada. Al llegar a su departamento Futakuchi ya no lloraba, pero parecía completamente perdido. Aone lo llevó hasta la habitación, lo metió en la cama y fue a la cocina para prepararle un té.

Mi hijoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora