Shoyo otro inicio

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Shoyo caminó con pocas ganas hasta la enorme mesa del comedor, acompañado por la empleada que lo despertó y ayudó a ponerse su nuevo uniforme. Los ojos todavía le pesaban, le estaba costando mucho dormir y no le gustaba nada estar en ese lugar ni esas personas, su padre había jugado un rato con él el día anterior pero luego estuvo ocupado y él simplemente se quedó solito en su habitación hasta que su tío Ryu llegó por la tarde, el rapado le llevó pastel de chocolate del café de la abuela Hanna, para que ambos merendaran y luego jugaron hasta que le tocó ducharse.

Shoyo dejó a Keko en el piso antes de ubicarse en su lugar y al mirar a su alrededor encontró a Yuji quien estaba hablando por teléfono en ese momento mientras su café se enfriaba y a una empleada que dejó una taza con leche frente a él, al parecer las dos mujeres no los acompañarian.

El pequeño pelinaranja tomó un poco de leche y luego mordió una de las galletas que había en un plato, la saboreó y frunciendo un poco la boca la dejó sobre la mesa y volvió a tomar un trago de leche, definitivamente no le gustó esa galleta era muy seca, no estaba dulce y su textura era diferente a las que hacían mamaSuga o el tío Chikara.

―Buen día Shoyo ―la voz de Ryu llamó la atención del niño, quien al girarse hacia la derecha vio al rapado ubicándose en la silla a su lado.

―Buen día ―saludó el niño viendo como Ryu se servía café.

―Rika ―dijo el rapado centrando su mirada en la empleada que hacía un rato le había servido la leche a Shoyo―... ¿por qué solo hay galletas de avena?

―Oh... la señora Kanna ordenó que hiciéramos solo esas porque son más saludables ―respondió la mujer.

―No sé tú, pero a mi no me gustan mucho las galletas de avena y menos estas, esa mujer tiene un problema con que las cosas no tiene que ser dulces ―susurró Ryu inclinándose hacia el pelinaranja quien solo asintió en señal de que a él tampoco le gustaban―... luego te traeré algo mucho más rico para la merienda ¿quieres? ―volvió a susurrar y Shoyo nuevamente asintió.

―Lo siento ―dijo de repente Yuji llamando la atención de ambos―, buen día ―saludó sonriendo para Shoyo.

Shoyo solo asintió al saludo y volvió a tomar de su taza. Yuji estaba por agregar algo pero en ese momento se acercó una de las empleadas acompañada de un hombre, un doncel, delgado, de cabello castaño y ojos color chocolate.

 Yuji estaba por agregar algo pero en ese momento se acercó una de las empleadas acompañada de un hombre, un doncel, delgado, de cabello castaño y ojos color chocolate

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―Buen día, lamento la demora señor Terushima, tuve un inconveniente y no alcance a tomar el tren que debía ―dijo el joven haciendo una rápida reverencia.

―No hay problema, pero espero que no se repita todos los lunes ―dijo el rubio viendo a aquel doncel de pies a cabeza y luego volvió a centrarse en su hijo―, Shoyo, él es Furihata Kouki... él estará aquí para cuidarte y hacerte compañía cuando nosotros no estemos.

El pequeño pelinaranja miró al doncel que inmediatamente le regaló una sonrisa y dudó si devolverle la sonrisa o no.

―Hola Shoyo, yo me ocuparé de ti, espero que seamos amigos ―dijo en un tono alegre el doncel antes de centrar sus ojos en el conejo de tela que descansaba en el piso junto a la silla del niño―... que bonito ¿como se llama? ―el niño noto un brillo en los ojos de aquel doncel que inmediatamente le recordó a su mamasuga y no pudo evitar responderle.

Mi hijoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora