¿Por qué?

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Un pequeño temblor recorrió el cuerpo de Satori, su sonrisa había desaparecido y ya no pudo sostenerle la mirada. Su cabeza era un caos, no sabía que hacer o decir, no esperaba encontrarse allí con él, no después de tanto tiempo.

—Satori...

—Wakatoshi sé —comenzó a decir el pelirrojo, pero se detuvo en cuanto vio que los niños estaban volviendo—... será mejor que hablemos luego —murmuró antes de dibujar una sonrisa en su rostro.

—Papá —dijo Tobio corriendo hacia Daichi, quien lo levantó y recibió un beso en la mejilla.

—Hola chiky ¿te portaste bien? —el niño asintió y luego ambos centraron sus ojos en el castaño—, saluda al tío Wakatoshi.

El castaño quitó sus ojos del pelirrojo y miró al niño, hizo una pequeña mueca que parecía una sonrisa y se acercó a saludar al pequeño, mientras tanto Suga se acercó a Satori.

—Tendō ¡¿Es él?! —exclamó el peligris en un susurro antes de mirar al pequeño pelirrojo que se acercaba a la mesa con Shoyo—... tienen los mismos ojos... ¿Necesitas que haga algo?

—No te preocupes Suga —susurró antes de ampliar su sonrisa y centrándose en su pequeño se acercó a la mesa para merendar.

Los niños merendaron sin prestar demasiada atención, pero para los adultos el ambiente se había vuelto algo tensó. Wakatoshi casi no intervenía en la conversación y Tendō podía sentir esos ojos marrones sobre él, inspeccionandolo, acribillandolo con preguntas y suplicando respuestas. En cuanto los niños terminaron y volvieron a salir al patio, la situación adentro pareció empeorar.

—¿Tendō, como van las ilustraciones para el libro? —indagó Daichi en un intento de aminorar ese pesado ambiente.

—Excelente ya tenemos el diseño de personajes y algunos ambientes...

—¿Eres ilustrador? —el castaño interrumpió a Satori y este solo lo miró y asintió—, siempre me gustaron tus dibujos, son únicos, igual que tú... que bueno que hayas seguido tu sueño.

—Lo prometí —murmuró el pelirrojo bajando la mirada y centrándose en la taza vacía ante él.

—Voy a ver qué hacemos los niños, ven conmigo Daichi —dijo en un tono muy bajo el peligris poniéndose de pie para luego tomar la mano del mencionaron y prácticamente arrastrarlo hacia el patio, cosa que pareció no ser notada por la pareja que quedó a solas.

—Seguí mi sueño hasta lograrlo... pero tú lo abandonaste, dejaste de jugar, siempre dijiste que te hacia feliz y que serías la más grande estre...

—Estrella del vóley... a ti te gustaba decir eso, y a mi me encantaba como sonaba cuando tú lo decías... pero el vóley dejo de hacerme feliz, algo faltaba y llegó un momento en el que no pude seguir.

—Imagino que debes ser feliz ahora... leí por ahí que te vas a casar —exclamó Satori en un tono que sonaba más dolido de lo que esperaba.

—Es algo que mi madre está planeando —comentó sin perder detalle del rostro de Satori, quería intentar leerlo lo mejor posible—... pero todavía no sé bien qué hacer ¿Tu que me recomiendas?

—¡¿Por qué me preguntas eso?! —dijo de repente el pelirrojo poniéndose de pie, pero esquivando la mirada del castaño—... si eres feliz con ella solo hazlo, de pasó tu madre también será feliz —estaba molesto, le dolía saber que el castaño se casaría y no se esperaba que le saliera con eso, aún cuando sabía que siempre le terminaba preguntando que hacer cuando no estaba convencido, después de todo ¿Quién se casa sin estar convencido?

Mi hijoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora