Playa 2

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Taichi volvió a desprenderse los botones de la camisa, aprovechando que su madre estaba ocupado ayudando a su padre a acomodar el cuello de su camisa. Algo sucedía... solo le habían dicho que tendrían una visita, pero era evidente que algo no estaba bien, pues se notaba que todos estaban algo nervioso. Soltó un suspiro y tratando de que no lo noten salió de la sala, se estaba aburriendo, y no entendía porque tenia que arreglarse y esperar tanto tiempo a alguien a quien no conocía, se apresuró por el pasillo, siempre pegado a la pared para que no lo vieran y se metió en la sala de música.

Desde que se habían mudado a casa de sus abuelos, él pasaba mucho tiempo allí ya sea con su abuela Rei enseñándole música o solo. Se acercó a uno de los sillón ubicados cerca de la ventana y allí encontró su peluche de Totoro, recordaba que la noche anterior había estado jugando en ese sillón, seguramente se había dormido allí y su papá lo llevó a la cama, pues su mamá nunca olvidaría a Totoro allí. Se paró sobre el sillón y tomó su violín que estaba en uno de los estantes de la repisa junto a la ventana. Se sentó junto a Totoro, sacó el instrumento del estuche y comenzó a practicar los ejercicios de digitacion que su abuela le había enseñado, estuvo así un rato y finalmente decidió tocar esa pieza que habían estado ensayando.

Le gustaba como sonaba, definitivamente se escuchaba mejor que en su ultima practica, una sonrisa apareció en su rostro junto con ese pensamiento, pues sabía que su abuela se pondría muy feliz al escucharlo, de repente unos aplausos llamaron su atención, inmediatamente bajó el violín y su mirada voló hacia la puerta de la sala, allí se encontró a Satori aplaudiendo con una enorme sonrisa en su rostro. Inmediatamente Taichi sintió que sus mejillas ardían y bajó su mirada mientras el doncel se acercaba a él.

―Eso fue hermoso Tai ―murmuró el pelirrojo antes de abrazar a su pequeño―, a la bisabuela Rei le va encantar escucharlo.

―¿Si? ―preguntó el pequeño volviendo a sonreír.

―Estoy seguro... pero ahora tenemos que guardar esto y volver a la sala que tu abuela está llegando y nosotros tenemos que acompañar a papá que está algo nervioso.

Taichi dudo un momento pero finalmente guardó el violín y se encaminó junto a Satori a la sala de estar. Ni bien entraron vieron a una mujer de cabello negro lacio y largo hasta la cintura apresurarse para abrazar a Wakatoshi.

―Takashi, amor ¡Estás bien! ―exclamó la mujer apretando al castaño entre sus brazos―... estaba tan preocupada y ella dijo... ella dijo ―murmuró aflojando su agarre y alejándose un poco para acariciar la mejilla del confundido Wakatoshi mientras lo miraba con adoración, hasta que repentinamente su mirada color café pareció perderse y ya no ver nada―... ella se lo llevó ―susurró antes de soltar a Wakatoshi y comenzar a retroceder abrazándose a sí misma...

El hombre que la acompañaba hizo una seña con sus manos a Mitsuru y Rei para que no se acercaran, luego sujetó los hombros de la mujer antes se acunar su rostro entres sus manos y esperar a que sus ojos se centraran en él.

―Kikyo... Kikyo tu hijo está aquí ―las palabras fueron un susurró pero fue suficiente para que la mujer volviera en sí y se calmara.

Satori sintió como Taichi apretaba su mano y sin dudar lo levantó en brazos y lentamente comenzó a acercarse a Rei.

Taichi miró a esa extraña mujer frente a su padre, tras la seguridad del cuerpo de su mamá, con su rostro medio escondido en el hueco del cuello de Satori.

Taichi miró a esa extraña mujer frente a su padre, tras la seguridad del cuerpo de su mamá, con su rostro medio escondido en el hueco del cuello de Satori

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