Domingo de visitas ll

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Una bonita perrita de pelaje amarillo corría de un lado a otro siguiendo el balón con el que Tobio y Shoyo jugaban, Suga sonrió, en verdad le gustaba ver a los pequeños jugando así de bien.

—Es fantástico que se lleven tan bien —comentó la madre de Daichi, dejando un vaso con jugo en la mesa delante del doncel—, me encanta que mi nieto se lleve así de bien con otro niño, por lo general con Kei se pelea.

—Lo sé, es increíble cómo pueden llevarse así, aunque según Daichi han mejorado —dijo el peligris centrando sus ojos en aquella hermosa mujer.

—Sí… aunque en el que más se nota el cambio es en Daichi —agregó la castaña con una sonrisa pícara.

—¿Si? —preguntó Suga viendo con algo de suspicacia a la mujer.

—Mi niño, soy su madre, por ende la persona que mejor lo conoce y si he de decir la verdad hacía demasiado tiempo que no veía esa sonrisa en mi hijo, creo que debo agradecerte —dijo la mujer ampliando su sonrisa.

—Agradecerme… ¿Por qué? Yo no he hecho nada...

—Suga, te aseguro que hacer feliz a mi hijo no es poca cosa.

El peligris suspiró resignado, era obvio que a una madre no iba a poder mentirle, es más estaba seguro que en cuanto su madre lo viera lo primero que le preguntaría sería ¿Con quién estás saliendo?

—¿No le molesta que su hijo salga… conmigo?

—Mi niño, me molesta que esté solo y que diga que todo está bien cuando su vida se centra en Tobio y su trabajo… como toda madre quiero más para él, y desde la primera vez que te ví supe que tú eres lo que necesita.

—Espero que tenga razón, por ahora estamos viendo que sucede.

—Es la mejor persona que podrás encontrar... te aseguro que no se parece en nada a su padre —dijo la mujer ganándose una mirada algo confundida del doncel—… Miroku es un mujeriego y aunque lleva años conmigo y me ama, no puede quitarse esas viejas mañas de mirar y proseguir mujeres jóvenes —agregó negando con la cabeza.

—Kirara vuelve…

El grito de los dos niños hizo que el doncel y la mujer volvieran a mirar hacia ellos, solo para encontrarlos corriendo tras la perrita que de alguna forma había agarrado el balón y se lo llevaba hacia la casa.

El grito de los dos niños hizo que el doncel y la mujer volvieran a mirar hacia ellos, solo para encontrarlos corriendo tras la perrita que de alguna forma había agarrado el balón y se lo llevaba hacia la casa

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—En verdad me alegra que todo te haya salido bien Toorucchi —dijo el rubio con una sonrisa.

—Fueron muchas tensiones pero mi hijo y el amor de mi vida se llevan muy bien, así que, soy muy feliz —dijo el castaño antes de tomar un sorbo de su té, luego miró a su amigo y cambió su expresión por una un poco más seria—… ahora tú ¿Qué está pasando? Reo no me contó demasiado, pero es obvio que estás trabajando menos y no es porque te falten ofertan, y has desaparecido bastante de los medios y los eventos sociales, lo cual para ti era moneda de todos los días.

Mi hijoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora