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Escuché su risa infantil al ver mi molestia y comencé a ignorarla para que no viese que me estaba agradando su compañía.
Ella sólo llegaba por la tarde antes de anochecer y se quedaba hasta altas horas de la madrugada. Justo antes de amanecer. Pensé que estaba loca. Pero yo estaba aún peor por abrirle la puerta cada vez.
Era su tercera visita en esa semana.
ー¿Podemos jugar?
ーNo, no podemos. Estoy estudiando.
ーPero quiero jugar.
ーJuega tú sola. ー Ella estaba rodando en la cama, podía escuchar sus quejidos y sus balbuceos.
ー¿Por qué sólo vienes de noche?ー Pregunté tras aburrirme de estudiar.
ーLas hadas no podemos pasar mucho tiempo bajo el sol. Comenzamos a cansarnos.
ーAlgo nuevo, estoy segura de que ni Peter lo sabía.
ーEso es porque yo soy un hada especial. ー Dijo llenándose de orgullo.
ー¿Ah, sí? ¿Y por qué? ¿Porque puedes desesperarme rápido?
ーNo, claro que no. Porque estoy en mi forma humana, si fuese como normalmente, no me preocuparía el sol y podría volar y hacer cosas de hada
ーCosas de hada... Lo siento, te imaginé quemándote con un repelente para mosquitos.
La rubia puso mala cara y comenzó a ignorarme.
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