Si la clase había empezado ya, Seonghwa jamás lo habría notado. Concentrándose en ese ser sobrenatural que robaba completamente su atención sin siquiera intentarlo, olvidaba toda materia que lo rodeaba. Era casi enigmática la manera en la que los sedosos cabellos castaños de ese hombre danzaban agraciados sobre la brisa y la forma en la que sus largas pestañas se veian doradas por la luz del sol a medio día atravesando la ventana.
Seonghwa sentía celos de los rayos de sol por tener el privilegio de acariciar la piel de ese hermoso chico.
Ese día, Hongjoong había atado su cabello en una coleta pequeña que dejaba algunos mechones de su cabello color avellana caer sobre su frente, lo hacía llevar su mano de vez en cuando para esconderlos detrás de su oreja. Tenía una sudadera de algodón negra de mangas largas, la talla era más grande a la que le correspondería, y unos shorts que dejaban sus pálidas piernas descubiertas.
Parecía hacerse más guapo cada día.
Seonghwa estaba cayendo profundamente en él. Si usaba una metáfora, sería la tierra y su estructura. Empezando desde la superficie (antes de conocer a Hongjoong), para luego elevarse hasta rozar el cielo (el momento en el que lo conoció) y caer en picada viendo con claridad cada capa de la tierra, se acercaba al núcleo lentamente, calentando su corazón. Toda esa analogía tenía un nombre y rostro que no podría olvidar facilmente. Sin darse cuenta, se dirigía a él pareciendo embrujado, como una polilla volando hacia la intensa luz de una bombilla.
Seonghwa hacía lo posible por no dejarse en evidencia al quedarsele viendo, pero, de alguna forma, estaba a punto de afirmar que todos notaban como sus ojos no se despegaban del rostro del castaño. En su defensa, incluso la persona con la mayor fuerza de voluntad en todo el universo, no resistiría abstenerse a contemplar a Hongjoong incluso de soslayo. El chico era tan atractivo que hasta quemaba ignorarlo.
Hongjoong, más bien, era demasiado hermoso en palabras simples. Tenía rasgos tan finos que parecía como si cada centímetro de su rostro hubiese sido construido con delicadas láminas de oro. Y si existía un creador supremo, este le había dado su dedicación entera a la elaboración de su belleza.
Seonghwa jamás vio a alguien como Hongjoong, pensaba que quizás era curiosidad por él. Había visto a hombres guapos, claro que sí, pero nada ni nadie se comparaban a ese ser etéreo. Estaba ciertamente escéptico acerca de la existencia de Kim Hongjoong, tal vez por eso no podía quitarle los ojos de encima.
Pero, desde una perspectiva exterior y dando un análisis un poco más profundo, podría ser cruel cruzar por la desdicha de Seonghwa un ser tan dulce y esperar que el mencionado no entregue su corazón sin siquiera pensarlo. Parecido a un juego de azar el cual todos sospechamos como termina. Asemejandose a pararse en medio de una tormenta y esperar no ser azotado por un rayo. A prender fuego en un árbol de un enorme bosque y esperar que no provoque un incendio forestal. Porque, tal vez, si Seonghwa no hubiera estado ahogándose en un mar de aflicción tendría la astucia más viva.
Pero qué importaba toda aquella palabrería cuando existía un ser tan hermoso como Hongjoong.
Sin intentar ir más lejos, porque Seonghwa sentía que nunca sería notado por el bonito castaño, se mantuvo quieto en su pupitre. Analizando cada delicado gesto de esa creación divina con detenimiento, llamó a su repentina y torpe atracción, curiosidad. Curiosidad quizá por la forma en la que se vestía Hongjoong, por su cabello dorado y su forma de reír o por sus largas pestañas y los mechones de cabello que interrumpían su mirada.
Tomó conciencia de su descuido cuando la profesora se despidió y regresó disimuladamente hacia donde se suponía debería estar concentrada su atención desde un inicio. Frunciendo el ceño sin comprender los símbolos escritos en la pizarra, se reprochó mentalmente el haber ignorado en su totalidad las complicadas explicaciones de la profesora de química, quien ahora salía por la puerta de la clase dando así por terminada su enseñanza del día.
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PLAYER | SeongJoong
RomansaA veces necesitas a alguien que tome tu mano en medio del caos. No importa quien, mientras pueda salvarte de esa realidad dolorosa y darte consuelo. Seonghwa necesitaba a ese alguien. Y Hongjoong sabía qué obtendría a cambio de darle consuelo. [h...