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"Oh." Fue lo primero que pensó Seonghwa cuando el estruendoso sonido de la puerta siendo asotada retumbó con tal estridencia frente a él que sintió un aire golpearle la cara.

Después, solo se volvió indiferente al ruido ostentoso de la música del ambiente y su mente centró toda su atención en primero comprender qué había hecho mal esta vez.

La oscuridad del corredizo inundó su visión, abrazándolo en una penumbra que nubló tanto su vista como su interior. No pudo hacer más que quedarse quieto mientras tinieblas de culpabilidad lo rodeaban. Como si esperara que algo, o más bien alguien, le abriera la puerta y le recibiera de nuevo.

Sin embargo, esa sensación tan indescriptible que se revolcaba en su pecho, por la que ahora se encontraba parado, confundido y frustrado y con las palabras atascadas en el comienzo de su lengua, en un pasillo de la casa de Yeonjun tenía una explicación.

Y, por supuesto, todo se remontaba a Wooyoung convenciendo con mucho ímpetu al padre de Seonghwa para que le diera permiso de quedarse a dormir en su casa para "estudiar". Evidentemente, luego arrastraría al pueblerino a la casa de su otro amigo, quien casualmente era a quien Seonghwa había remplazado del equipo. A decir verdad, a Seonghwa le sabía bastante mal mentirle a su padre, pero cuando se enteró de que Kim Hongjoong también iría a dicha fiesta no pudo decir que no.

—¡Mi vida, tanto tiempo sin verte! —había exclamado Yeonjun quizá demasiado entusiasmado al ver a Wooyoung detrás de la puerta.

El chico con cabellos azules sonrió casi tan grande como extendió los brazos hacia Wooyoung, abalanzándose a él para envolverlo con su cuerpo. Con una inmensa expresión risueña, lo apretujó hasta levantarlo unos centímetros del suelo y comenzó a sacudirlo. A ese punto, el moreno parecía un auténtico muñeco de trapo revoloteando por el aire.

—Literalmente vine el jueves. ¡Me vas a romper los huesos, animal!

Las quejas de Wooyoung a penas lograron escucharse, pues su cara estaba estampada contra el pecho del otro chico.

—Oye, ¿así me tratas en mi cumpleaños? —le dijo Yeon con una mueca ofendida una vez lo dejó ir—. En mi defensa, tres días se sienten como treinta años. ¡No puedo vivir sin ti!

Wooyoung suspiró con cansancio pero a la vez sintió gracia por esa forma de ser tan dramática de su amigo. Lo adoraba. Congeniaba tan bien con la suya que sentía que jamás conocería a alguien que pudiera entenderlo tan bien como Yeonjun. Por supuesto, nunca admitiría lo dicho en voz alta a menos que se encontrara extremadamente borrracho. El moreno se acomodó rápidamente la ropa estirándola con las manos para recuperar la compostura y se acercó a darle un breve abrazo a su amigo y felicitarlo.

—Da igual... Feliz cumpleaños.

—¿Feliz cumpleaños qué? —Yeonjun levantó una ceja y se puso una mano a la oreja, esperando escuchar más.

Wooyoung puso los ojos en blanco, sabiendo perfectamente que tendría que dejarse en ridículo para satisfacer a su molesto amigo. Pero, ¿qué más daba? Ya había hecho cosas sumamente vergonzosas y humillantes por su culpa que saludarlo como él quería no era un problema.

—No puedo creerlo... ¡Feliz cumpleaños, Yeonjunie! —vociferó agudizando su voz para hacerla lo más chillona y melosa posible y con el puño cerrado comenzó a despeinarle el cabello a su amigo hasta hacerlo a reír.

Cuando finalizaron su espectáculo, Yeonjun notó que Wooyoung no venía solo. Todo el tiempo, Seonghwa sólo se había quedado observando muy rígido el teatro que habían montado los dos sin importarles lo que aquel podría opinar en presencia.

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