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-¿Te gusta mi mochila? -dijo en una pequeña danza, dando un giro animoso sobre sí-. La he pintado yo.

Seonghwa se sorprendió, tenía un diseño muy peculiar y creativo. Pensó en que quizás así era Hongjoong, peculiarmente creativo y hermoso. Las pinceladas sobre la tela negra delataban que hubo fluidez en los trazos, entonces notó que el castaño se había dejado llevar por sentimientos genuinos y no por las líneas ensayadas de un diseño preestablecido. Poético, pensó.

-¿De verdad? -Hongjoong asintió-. Es muy bonita -Seonghwa respondió sinceramente con una sonrisa, amando la forma en la que cada color causaba una bella armonía que le recordaba a la sonrisa de su acompañante.

Ambos habían salido de la escuela algunos minutos antes, dirigiéndose a la guardería de San. Seonghwa, durante la mayor parte del trayecto, se limitó a escuchar las palabras del castaño, admirando su belleza, y aunque era más un oyente que participante en la conversación, le fascinaba escucharlo hablar. Sobre todo cuando aquello que Hongjoong decía hacía que su mirada brillara y le dibujaba una sonrisa que en los siguientes días el futbolista no podría olvidar. Tenía en frente de él una vista preciosa, y no era precisamente el escenario de la ciudad. Si antes se fascinaba viendo bosques y playas, ahora podría comparar su inefable belleza con la de Hongjoong.

Porque su sonrisa se sentía como una refrescante brisa marina en el atardecer acariciando sus mejillas en un roce divino. Y sus ojos, un lienzo exacto de pinceladas firmes pero lentas imitando la noche.

Estaba empezando a acostumbrarse a que Hongjoong comentara pequeños detalles sobre su persona, haciendo más fácil conocerlo un poco más. A Seonghwa aquello le agradaba en demasía, pues se hubiera visto en aprietos si Hongjoong no fuese tan hablador. Casi como si complementara su mutismo, Hongjoong lo llenaba de sonidos melifluos. Se sentía bien que en cuanto Hongjoong supo que ambos habían nacido en el mismo año, no tardó en tratarlo con confianza.

-A veces me gusta confeccionar. De hecho, me gusta mucho el arte. Podría estudiar diseño de modas.

-No sé mucho de ello, pero se te da realmente bien. Serías un gran diseñador.

-¿Lo sería? -sonrió viendose tímido y un brillo, parecido al de una estrella fugaz, cruzó velozmente por sus ojos color noche-. Algún día te mostraré lo que confecciono y serás mi crítico.

Seonghwa asintió sintiéndose emocionado. Contempló una vez más la forma en la que los ojos de Hongjoong se achicaron al carcajear. Amaba su risa aterciopelada, le parecía encantadora. Era contagiosa y tierna, dulce como una uva de época, pero a la vez grave y masculina, siendo como el vino. La luz del sol cedía pacientemente a los límites de la tierra, dejando un arrebol de tonalidades rosadas en el cielo. Los rayos de sol dibujaron una línea dorada en el perfil perfecto de HongJoong, haciéndolo lucir como el retrato de un ángel. Su cabello castaño se asemejaba poco a poco a finos hilos de oro, revoloteando agraciadamente al compás del viento, y Seonghwa quiso capturar el bello momento en una foto que atesoraría para siempre.

San salió de la guardería acompañado de la misma mujer risueña de la mañana. Ella lo llevó a su lado despidiéndose con ánimo, tenía un aura sumamente positiva. Al parecer, San había tenido un buen día. Se le veía más alegre de lo usual, había mejorado ligeramente su estado de ánimo.

-Hola, San. ¿Te divertiste hoy?

-¡Si! ¡Aprendimos a hacer máscaras y yo hice la de un zorro, mira! -el niño habló alegremente, elevando la máscara que tenía entre sus manos sintiéndose orgulloso de su trabajo.

-Se parece a ti -Seonghwa se sintió feliz por su hermano y sacudió su cabello, haciendo que se despeinara.

Notó como Hongjoong se mantenía alejado de la situación, parado fuera de escena a un margen distante, no queriendo interrumpir. Quizas esperaba ser presentado y entonces Seonghwa recordó que su hermano menor aún no lo conocía.

PLAYER | SeongJoongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora