Sonó la campana del recreo, la escuela de aquel pueblo no era muy grande, cada salón tenía 10 alumnos aproximadamente, los niños eran abundancia, las niñas minoría.
En el descampado que era llamado "patio" por los chicos, Uruguay y Belice estaban sentados comiendo su desayuno.
Algunas palabras cruzaban pero el silencio reinaba, tenían hambre y estaban más concentrados en comer que en sacar tema de conversación.
Entre mordida y mordida vieron al bicolor acercarse, se sentó al lado de Belice y apoyó su espalda contra la pared, se puso tan cómodo que casi se duerme.
_¿Polonia?
Pegó un saltito y chocó su cabeza con la pared de ladrillo sin pintar, mientras se la refregaba, de su lonchera sacó dos turrones de maní y se los mostró _ya saben
Se miraron y sonrieron, no era usual que Uruguay comiera dulces, por lo que al ver uno, sea cualquiera, se le hacía agua la boca.
_Cuando salgamos vamos_ le dijo el sudamericano
_Esta bien_ se paró y se fue caminando con una mano en el bolsillo, y la otra, todavía la tenía en la cabeza. Aunque solo fuese un año mayor que ellos, a Polonia le gustaba hacerse el canchero.
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