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Terminó de cenar, su madre sentada al lado lo miraba. Tranquilamente podría haberse enterado de lo que estaba sucediendo, pero Uruguay se caracterizaba por saber actuar bien y esconder sus emociones.

Podía esconder que estaba emocionado, muy emocionado, por lo que después de eso le llegaba.
Ese día, específicamente martes, era el día de la semana donde su padre llegaba temprano de trabajar, por lo que esas noches las utilizaban para recostarse sobre la cama matrimonial y quizás leer un libro mientras charlaban, esas ocasiones favorecían al niño en sus visitas a su hermano.

Ese día, específicamente martes, era el día de la semana donde su padre llegaba temprano de trabajar, por lo que esas noches las utilizaban para recostarse sobre la cama matrimonial y quizás leer un libro mientras charlaban, esas ocasiones favorec...

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Su madre lo arropaba mientras tarareaba una canción, se la notaba feliz, tenían un hijo hermoso, una familia hermosa; Bueno, a excepción del argentino.

Asomado por la puerta, mirando a su derecha, veía como ella se alejaba por el largo pasillo, un largo pasillo que conectaba con la sala de estar, esta, a su vez, conectaba con otro pasillo, para así llegar finalmente a la habitación de los europeos. Se desvaneció de su vista al verla doblar por la esquina.

Se levantó y corrió en sentido contrario al que se había ido la italiana. Llegó a la biblioteca y dio unos saltitos hasta llegar al libro que quería, la abrió en la hoja 78 y encontró la llave entre las hojas polvorientas.

Recorrió el pasillo por donde anteriormente había pasado la europea, bajo las escaleras en puntitas y destrabó la puerta de entrada.
Camino y rodeó su casa envolviendose entre sus brazos, la noche estaba fresca.
Llego hasta lo que sería las afueras de la cocina de la casa y abrió una puerta con la llave que había sacado del libro.

Una mirada llena de euforia lo recibió desde abajo de esas escaleras. Bajo a los tropezones y abrazó a su hermano, no lo veía hace 7 días.

_Eey, ¿cómo andas?

_¡bien!

Las ojeras resaltaban en la cara del mayor. Su hermano era lo único que lo alentaba a seguir; antes de que se conocieran, dormía con la esperanza de no despertar por la mañana.

Ahora, una sonrisa se formaba cada vez que aquella puerta se abría durante la noche.

_¿Y? ¿que hiciste durante la semana?

_No mucho, fui a la escuela... ¡Ah! y el sabado estuve con Belice, jugamos en el bosque_ Belice era el mejor amigo del pequeño, iban a la escuela del pueblo juntos y solían jugar por los alrededores _

_¿Si? ¿y que más?

_También un chico de la escuela..._ se frenó para recordar su
nombre_ Polonia, nos dijo que había una señora que vive por acá cerca, la bruja de la calle 16, dicen que perdió a su hijo hace mucho y no tiene cordura.

Largó una carcajada _¿Bruja?

_¡Si! con Belice nos prometimos ir a verla, Polonia nos dijo que si entrábamos a su casa nos iba a dar un turrón a cada uno.

Lo miró sonriente

_Bueno, contame la semana que viene como es la bruja.

_Si, cada detalle.

Luego de eso no hicieron mucho, charlaron un poco más y cuando a Uruguay le empezó a dar sueño, se marchó para adentro y se fue a dormir.

Mientras que Argentina, se acostó en el colchón sucio, en el suelo, a dormir y a pasar otra semana de tortura y aburrimiento.

Lo único que hacía era estar acostado, no tenía ganas de pararse ni hacer nada, había perdido la motivación, aunque la pasaba bien con el niño.

Lo único que hacía era estar acostado,  no tenía ganas de pararse ni hacer nada, había perdido la motivación, aunque la pasaba bien con el niño

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