El amor nunca es fácil, para Liliana Collin y Jasón Bass es muy claro.
Creyeron que si se amaban lo suficiente, podría bastar para llevar a delante si relación y poder tener un final feliz, como en los cuentos de hadas que suele leer Liliana.
La re...
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Liliana.
Tomé el auto nuevo que acababa de comprar para escapar de aquella situación abrumadora. Intentaba controlar el llanto mientras conducían por las avenidas principales de Santa Mónica, deseaba poder encontrar la calma en un momento así.
—¡Cuidado! —gritó un ciclista al cual casi lo atropello.
Centré mi vista de nuevo a la carretera para evitar que Blair se quedará sin madre, estacioné el auto en una zona vacía de la playa alejado del bullicio de las personas. Aquel instante me recordó que mi hija me había pedido ir a la playa y debía hacerlo.
Bajé del auto, en cuanto pise la arena me quite los tacones ya que me habían cansado un poco, los sujete con mi mano derecha y avancé un poco más pero no estaba tan lejos de mi camioneta, me senté sobre la arena para calmarme un poco.
Mi celular vibró desde el bolsillo del blazer, al desbloquearlo era una notificación de Harry en el cual explicaba que la dirección que encontraron estaba vacía, significaba que debíamos esforzarnos más para dar con quién haya tomado el dinero.
Las amenazas habían parado y en ese aspecto me sentía más segura al pensar que Blair ya no correría peligro y aún así debía estar alerta por ella.
—¿Todo bien? —preguntaron a mis espaldas.
—¿Qué haces aquí? —pregunté al verlo— debes estar con Blair.
—Tu madre está con ella —dió como respuesta Jasón— ¿qué ocurre?
—¿Por qué no está enojado conmigo? —no le diría la verdadera razón, no ahora.
—Sigues con eso —murmuró al sentarse a mi lado— pasábamos gran parte del día en la playa cuando éramos novios ¿lo recuerdas?
—Era muy feliz en ese momento —aseguré mirando al mar, la brisa fresca chocaba en mi rostro.
—¿No lo eres ahora?
—Blair me hace feliz, es mi pequeña hija, pero las cosas las imaginé diferente cuando tenía veinte años.
—Tampoco me han salido las cosas bien.
—Tienes una gran empresa y a Sofía —dije el nombre de ella con pesadez, me pesaba el hecho que ella lo tuviera.
—Eso no es todo en la vida —me observó de reojo pero no me atreví a devolverle la mirada.
—¿Cuidaras de Blair? —pregunté al quitarme el blazer.
—Lo haré, es mi hija, nuestra hija y cuidaré de ambas —hizo una promesa y sabía que lo cumpliría.
—Gracias —dejo el blazer en la arena— haré algo que dije al salir de Turquía.