El amor nunca es fácil, para Liliana Collin y Jasón Bass es muy claro.
Creyeron que si se amaban lo suficiente, podría bastar para llevar a delante si relación y poder tener un final feliz, como en los cuentos de hadas que suele leer Liliana.
La re...
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Jasón.
Al abrir mis ojos lo primero que pude contemplar fue el rostro lleno de serenidad de Lily, la noche anterior había sido muy caótica y debido a eso el estrés de ella había aumentado más.
No fuí consciente en que momento el sueño de apoderó de mí cuerpo ya que había estado pensando en muchas cosas que tenían que ver con la verdad, verdad que estaba en medio de una gran tormenta.
Liliana debía tener una gran razón de peso para ocultarme que ambos habíamos creado a una hermosa niña. Las posibilidades eran demasiadas y no podía concentrarme en tan solo una, sin importar cuáles eran todas llevaban a un mismo punto; chantaje y manipulación.
Besé la frente de Blair y los labios de Lily antes de salir de la cama, les preparé el desayuno y dejé una nota sobre el refrigerador. Debía solucionar varios asuntos en la empresa, me reuniría con Lily en otro lugar para aclarar las cosas que pasaron en el futuro. Pasé a mi casa para ducharme rápido y cambiarme de ropa.
—¿Dónde pasaste la noche? —la voz de Sofía interrumpió cuando trataba de salir de casa.
—¿Qué haces aquí?
—Somos pareja —dijo con obviedad.
—Brown, ¿cuántas veces necesitas que te diga que no somos nada? —trataba de no lastimarla pero eso no sería posible, ella se aferraba a mi.
—¡Mientes! —comenzó a desesperarse— ¡No puedes dejarme! ¡Me amas!
—Sofía, porfavor —negué con la cabeza— será mejor que te marches a tu departamento, tu amiga te está superando allí para apoyarte.
—¿Por qué hay un cuarto de juegos? —su pregunta mostraba que había estado paseando en toda la casa.
—Ya sabes que tengo una hija —hablé con firmeza— ¿tienes más preguntas? debo ir a trabajar.
—Es una broma —tartamudeo al decir su nombre— ¡Ella no puede ser tu hija! ¡Ella te está mintiendo! ¡Tienes que abrir los ojos Jasón!
—¡Sofía basta! —la sujete con cuidado, caminamos al auto y la ayudé a ingresar al asiento de copiloto.
—¿A dónde vamos? —cuestionó mientras cerraba la puerta del coche.
Rodeé el auto, al estar adentro comencé a conducir ignorando las preguntas absurdas de Sofía, estacione el auto en cuanto llegamos al edificio de departamentos, la ayudé a bajar y abordar el elevador para llevarnos al piso correspondiente.
—¿Puedes hablarme? —volvió a preguntar— dime algo.
Levanté mi deseo índice para indicarle que guardara silencio, marqué el número de su amiga para que viene se al departamento lo más rápido posible.