Capítulo 8 - Clanes y enemigos

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¿?: Sed bienvenidos al Templo de los FengHuang.

Valkyon: Dama Huang Hua.


Valkyon hizo una ligera reverencia con la cabeza ante aquella chica de piel oscura y ojos miel.


Huang Hua: Por favor Valkyon, ya sabes que no me gustan las formalidades.


Él sonrió y ella se acercó a mí escrutándome con la mirada. Después de darme una vuelta completa, se paró delante con una sonrisa y tomó un mechón de mi pelo y lo observó.


Huang Hua: No hay duda de tus genes. Mystika, ¿cierto?

Mystika: Así es. Es un placer conocerte.

Huang Hua: El placer es mío. ¿Y esta otra muchacha? Creí que os acompañaban dos humanizados.

Valkyon: Es una larga historia y sería mejor contarla en algún lugar más... apartado.


Huang Hua asintió e hizo un gesto para que la siguiéramos hasta el interior del Templo.


Mystika: Oh, un momento. Venimos con alguien más.


Puse dos dedos en mi boca y silbé fuerte hacia el cielo. Ignis, que se había quedado volando entre los árboles de los Montes Sǐzhě, apareció sobre nuestras cabezas planeando, tapando el sol a su paso.

Volví a ser consciente de lo que había crecido, como si cada día ganara algunos centímetros.

Después de un par de vueltas, aterrizó a mi lado, golpeando suavemente con su cabeza contra mi cuerpo, como tenía costumbre hacer.

Huang Hua miró atónita al dragón y aunque estaba segura de que Miiko ya le había hablado de él, obviamente se sorprendió al tenerlo delante.


Huang Hua: Miiko me dijo que era un bebé...

Mystika: ¡Y lo es! No tiene muchos meses.


Ella pareció recomponerse y cambió su expresión, invitándonos de nuevo a seguirla.

A varios metros nos encontramos un señor de avanzada edad con ropas y rasgos asiáticos que nos miraba de forma severa. Esperó a que todos pasáramos ante él y cerró la comitiva.

Nada más entrar intramuros, nos encontramos en una plaza con una bonita fuente de marfil con detalles de oro. Ignis se quedó tumbado junto a ella para echarse una cabezadita. El templo tenía influencia asiática y se respiraba paz.

En seguida entramos al pasillo de nuestra derecha, subimos al piso de arriba y nos dirigimos a otro pasillo con una única puerta. Huang Hua la abrió y nos metimos en lo que parecía su habitación.

Ésta era elegante y minimalista, los tejidos parecían de mucha calidad, con curiosos dibujos y detalles en hilo de oro, material que no tenía demasiado valor económico en este mundo. La cama, a ras de suelo, estaba llena de almohadas y cojines, y quedaba semi oculta por un dosel de seda. Además, olía a incienso, uno no cargante, bastante agradable a decir verdad.

La mujer nos hizo tomar asiento sobre unos cojines en frente de una mesita baja del té. Ella hizo lo propio frente a nosotros y el señor de avanzada edad se sentó junto a ella sin pronunciar palabra.

La Elegida [2ª Temp.] | ELDARYADonde viven las historias. Descúbrelo ahora