Capítulo 5 - La batalla

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Mystika: ¿En el bosque de Eel?

Tigg asintió enérgicamente intentando recuperar el aliento.

Era peor de lo que creíamos, el enemigo estaba casi a las puertas de la ciudad y aún no estábamos preparados.

Mystika: ¿Has podido verlos?

Tigg: Arpías, vampiros y elfos oscuros sobre todo, pero también hay otros que no he podido distinguir.

Miiko: ¿Cuántos?

Tigg: Varias decenas.

Miiko: Bien, ve a dar el aviso.

El de la guardia sombra emprendió el camino a la ciudad para avisar del ataque inminente, así los ciudadanos se podrían refugiar en el cuartel y los guardias tomarían cada cual su puesto.

Miiko, Ezarel y yo nos dirigimos al bosque para avisar a los alquimistas que estaban dedicándose a poner trampas. Éstas consistían en juegos ilusorios para confundir al enemigo, pudiendo hacer un ataque preventivo que disminuyera sus filas y que les costara llegar a nosotros.

Al poco se nos unieron los otros dos jefes de Guardia y Leiftan mientras la mayoría de los alquimistas volvían al refugio a ponerse a salvo. Valkyon me trajo mi espada enfundada, que coloqué inmediatamente en mi cadera.

Entonces el Aengel se detuvo en seco mirando alrededor extrañado, aunque enseguida relajó su expresión. Todos le miramos expectantes por su reacción.

Leiftan: Aether...

Nuestras caras de confusión aumentaron, mirando alrededor intentando entender a quién hablaba. Y entonces, de la nada, apareció una mujer de porte recio y mirada seria. Su cabeza estaba coronada por dos cuernos de madera con alguna que otra pequeña hoja de color verde intenso, como si fuera un árbol de hoja caduca al comenzar la primavera.

Observé que en vez de orejas tenía una especie branquias, sus ojos eran del color del fuego y sus labios eran más blancos que su piel. Llevaba el pelo suelto, largo y lacio por debajo del pecho, de color rubio claro casi blanco.

Todo en conjunto era un ser insólito, una especie de extraña mezcla. Lo más normal era su ropa, sencilla, con alguna transparencia, pero cómoda en vez de recargada y difícil de llevar.

Aether: Leiftan, cuánto tiempo.

Su voz dulce y melodiosa sonaba tan seria como su rostro, un contraste bastante raro, pues parecía transmitir emociones que su cara no mostraban en absoluto.

Leiftan: Aether, qué suerte que hayas llegado ahora.

Aether: Cualquier peligro para nuestro mundo me incumbe, así que debía acudir.

Apenas había echado un vistazo al resto de presentes hasta ese momento. Se giró hacia mí sin expresión alguna y ladeó ligeramente la cabeza.

Aether: ¿Tú eres la Elegida?

Mystika: Así es.

Aether: Es un placer, yo soy Aether, la elemental Suprema.

Todos la miraron asombrados excepto yo, que sólo podía poner cara de confusión sin entender qué era eso.

Leiftan: Ella es la más alta autoridad de todos los seres elementales. Éstos suelen ser de un solo elemento, pero ella nació con el don de los 4, algo que ocurre una vez cada mil años, marcando la sucesión del actual líder.

Al mirarla de nuevo entendí rápidamente a qué se refería, pues en su cara se reflejaban los cuatro elementos de los que hablaba. Los cuernos de madera serían la tierra, las branquias el agua, los ojos el fuego y probablemente la boca sería el aire.

La Elegida [2ª Temp.] | ELDARYADonde viven las historias. Descúbrelo ahora