5

683 75 12
                                    


Harriet estaba dormida sobre mi pecho mientras yo estaba recostada en el sofá reclinable de la casa de mamá y papá, April se paseaba de un lado a otro con platos de comida y refrescos, Jackson dormí en el sofá frente a mí y toda la casa parecía estar muy tranquila hasta que sonó el timbre, bueno, no, hasta después, yo estaba intentando dormir cuando escuché su voz, voltee mi cara al pasillo y la vi saludando a mamá.

-¿La invitaste? -me dijo mi hermano y lo miré.

-No.

-Parece que April se ha tomado algunas libertades -soltó Jackson y lo miré, se rió y elevó sus hombros- no creí que cuando lo propuso hablara en serio.

-¿He de asumir que la apoyaste?

-No, no debes asumir, yo te lo confirmo, la apoyé -rascó sus ojos y bostezó.

Yo lo estaba asesinando con la mirada cuando ella se puso a mi lado, yo estaba horrible, en pijama, despeinada, mal, mal, mal y ella perfecta e impoluta.

-Hola -susurró.

-Hola -le sonreí.

¿Ustedes también se reúnen la noche de la muerte de Jesús? En mi familia sí, en realidad es una excusa para reunirnos a comer pescado y ensalada, April siempre viene y con ella: Jackson y Harriet. En realidad como el día no tiene fecha exacta pero, aún así, es tomado como feriado obligatorio, siempre estamos en casa, todo esto es irrelevante al tema principal de esa noche: ¿QUÉ ESTABA HACIENDO CALLIOPE AHÍ?

Creo que notó cómo mi mente maquinaba a mil por hora en busca de alguna explicación a lo acontecido, a su presencia, porque cuando se sentó frente a mí en el espacio de Jackson le dio, se removió incómoda y me dio una leve sonrisa, en realidad Jackson estaba aguantando reírse, de seguro mi cara era todo un poema porque en serio que se estaba esforzando por no reír.

-Me invitó April, dijo que querías que viniera pero que no sabías cómo decirlo y, bueno, que sabías que vendría pero viendo tu reacción creo que ambas hemos sido timadas, bueno, más yo, yo fui la que creí, tú solo estás ahí impactada de verme aquí, ni siquiera sabría decir si...

-No me molesta -la callé y ella soltó el aire que al parecer había estado reteniendo con talento.

-Al menos has llegado a tiempo, aún no comemos, te encantará la comida, aquí mamá y papá Robbins son master en cocina.

Me reí, Callie se rió, Harriet se removió sobre mí y me forcé a dejar de reír; Jackson hablaba de la tradición de la que era parte desde hacía ya tres años y cuánto le gustaba, en realidad era poco probable que mi mamá y mi mamá desagradaran a alguien; mi hermano me miraba sonriente y solo le quité la mirada, parecía que todos sabían que yo salibaba por la latina sentada en el sofá de casa; estaba realmente guapa, traía su cabello recogido y un lindo vestido negro de mangas y entallado, con tacones discretos y con un maquillaje apenas perceptible, la verdad que los demás con camisas negras iguales y jeans nos quedábamos detrás de ella.

-Creo que April no me advirtió que no debía producirme tanto con la ropa -dijo sacándome de mis pensamientos, la miré y sonreí.

-Está bien, te vez bien.

-Te queda lindo el negro.

-Gracias -le sonreí.

No hablamos mucho más, un poco del clima y el resto de Harriet, hasta que pasamos a la mesa y mi familia la abrazó y acogió como una más, mi hermano reía con ella y le echaba comentarios sobre cosas que eran incómodas como el de:

-¿Y tú qué eres de Ari?

Casi escupí el refresco que tenía en la boca al escucharlo; era indiscreto y directo por naturaleza, algo que heredamos de mamá, Calliope, que estaba sentada en diagonal a mí, me miró y la miré.

-Una amiga -dije y mi hermano me miró.

-Bien, mientras no sea de esas amigas por las que un año después te encierras a llorar al baño, por mí, no hay problema -se metió una cucharada de puré a la boca y rodé los ojos.

La cena transcurrió bien, luego de eso mamá y papá nos despidieron a todos en la puerta, tomamos un taxi y nos marchamos, el camino era corto y fue silencioso, Harriet iba despierta comiendo una paleta de yogurt que papá le dio y era la única que hacía ruido mientras veía una de sus fábulas en el celular. El taxi se detuvo frente al departamento que compartía con April, bajamos y Calliope se quedó en el auto.

-Si quieres puedes bajar, en casa hay espacio -me apoyé en la puerta reclinada para hablarle.

-No quiero incomodar -susurró mirándome y le sonreí.

-No incomodas, mi cama es grande -se ruborizó y me reí- ni siquiera quiero pensar en que justo en estos momentos estás teniendo miedo de lo que podría pasar en esa cama.

-No, yo... no Ari... no es eso, yo...

-Puedes quedarte, no soy una abusadora y no haré nada que no quieras. Así que, tú decides -la miré seria y ella asintió.

La puerta del taxi se abrió y, la ya deporsí alta mujer, se bajó de él, se detuvo a mi lado y elevé mi vista para verla, le sonreí.

-¿En esa cama sí quepo? -me sonrió y me reí.

-Sí, te lo prometo -empecé a caminar.

Subimos hasta el apartamento, la vi observar todo, era mediano, con pisos de marmol paredes blancas contrastadas con una roja, que era de la cocina, y una gris, que era en la que estaba la televisión de la sala, el juego de sofás era marrón y la alfombra beige, mientras que el juego de comedor era todo gris, eran combinaciones raras, una mezcla de paz y dureza, le dirigí a la segunda habitación que era la mía, justo frente a la puerta se veía el otro lado las puertas corredizas de cristal y por lo demás, era una habitación beige con cuadros de fotografías familiares, un armario empotrado de madera, una televisión y mi gran cama matrimonial con sábanas blancas.

-¿Por qué no hay plantas?

-Porque me da pereza cuidarlas -me saqué las tenis y las dejé bajo la cama.

-Aquí, en la terraza esta -abrió las puertas, salió, dio un giro con los brazos abiertos y luego me miró- se vería genial un par de plantas.

-Bueno, tal vez un día -le sonreí.

-Es todo muy lindo -me miró y la miré.

-Tiene luces -tomé el control de la tira de luces led del techo y se encendió en un chillante rojo, ella se echó a reír.

-¿ROJO? -chilló y reí.

-Me gusta, queda bien con mi piel.

-Y con tu cabello, y tu cara, y tú, en sí no hay ningún color que pueda quedarte mal -la última oración la susurró y yo me sonrojé.

-Ese es el tipo de comentarios que debes de evitar cuando estés en ésta casa, específicamente, en éste cuarto y con estas luces -la miré y ella se rió.

"Hola, soy yo" -Calzona.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora