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A mí me gustan las gomitas, pero esas que se estiran hasta lo imposible, son muy pegajosas y tienen azucar y sal, no sé, unas que parecen arcoiris y el sabor se debate entre muy salado y muy dulce, es... extraño y delicioso. Tenía un paquete de esas en mi mano izquierda y sostenía una tira entre mi boca y mi mano derecha, estaba sentada en una banca de aquél parque que tenía vista desde casa y April estaba a mi lado comiendo helado. Era día de bebé y papá y, por lo tanto, día de April y yo; las personas tienden a decir que tu mejor amiga debe ser tu novia y no, no me lo parece, yo era la mejor amiga de April y claramente Jackson era solo su novio, claro que se tenían confianza pero siempre se necesita a alguien inalterable a quien contarle sus problemas como aquella tarde de domingo nublada en la que me relatava molesta la ausencia y desconsideración que sentía por parte de Jackson, tanto que se sentía agobiada y llena de muchísima incomprensión, parecía que una vez empezó a hablar no encontraba la llave de cierre y yo la dejé. La dejé porque es lo que hacen las amigas, la dejé que sacara sus preocupaciones entre cucharada y cucharada, cuando terminó le di un abrazo, unas palabras que se reducían en explicarle a Jackson las cosas tal cual me las había explicado a mí y finalizando con un "en todo caso, hagas lo que hagas, me tienes a mí". Según mi abuela cuando alguien habla de uno las orejas arden y me reí por ello pensando en Jackson.

-¿De qué te ríes? -me miró extrañada.

-A Jackson deben de estarle ardiendo las orejas -la miré con risa y ella elevó las cejas- la abuela dice que cuando hablan de ti las orejas te arden.

Nos reímos.

Los martes por la tarde tienden a ser clases agotadoras pero lindas, amaba muchísimo ese horario y la tranquilidad que me provocaba, algunas veces, llegar a casa y pensar en mis clases; esa noche salí a las 10 y cuando me detuve a abrir el portón de la propiedad vi a alguien en la última grada frente a la puerta de casa, cerré el portón y subí. Callie estaba abrazándose a sí misma, la noche estaba fría y en casa todo estaba a oscuras, April estaba en casa de su madre con Jacksom y Harriet, la miré y ella me sonrió.

-¿Es normal para ti visitar a las personas a estas horas? -pasé a su lado y ella se levantó.

-¿Por qué no hay nadie? -su voz sonaba ronca y afectada.

-¿Tú estás bien? -abrí la puerta y la dejé entrar.

-Un poco llorosa -susurró y suspiré.

Entré tras ella, encendí la luz de la cocina y luego la dirigí hasta mi habitación, encendí la luz y cerré la puerta, ella seguía de pie y la miré mientras me sacaba mi abrigo.

-Toma asiento y cuéntame -me senté en la cama y di una palmadita a mi lado para apuntarle su lugar.

Tardó muy poco en sentarse a mi lado y mucho más en soltar un suspiro agotador, la miré y ella miraba a un punto fijo en la pared, tomé su mano y la apreté.

-¿Todo va bien?

-Sólo estoy un poco agotada -susurró y asentí.

-Puedes contarme -apreté su mano y suspiró.

-Creo que son los cambios hormonales, nada grave y...

-Viniste hasta aquí a estas horas, un martes, mañana trabajas y estás aquí a tardes horas de la noche, no puede ser algo leve, Calliope.

-Tal vez sólo quería verte...

-Bien, pero es extraño que llores -le sonreí y ella me devolvió la sonrisa resignada.

-Iba a salir con Jorge y a último minuto me canceló, y no debería sentirme mal por eso porque al final son cosas que pasan, su trabajo es demandante y bueno, la firma, el despacho -se tiró de espaldas y voltee a verla, tenía su brazo cruzado sobre su rostro-...

-¿Entonces estás frustrada?

-Cansada, es eso, estoy cansada de que me afecte tanto cosas que yo no sé qué son.

-Pues normal, ganas de ver a tu novio...

-No, son ganas de verte a ti -volteo la cabeza y voltee a verla.

¿Perdona?

-Que Jorge me canceló y de inmediato pensé en verte y en que hace días hablamos de alejarnos porque yo te gustaba y te hacía daño compartir conmigo y si  embargo yo no puedo dejar de querer buscarte, hablarte, me ¡muero por sonreírte cuando pasas por frente a la ventana de mi oficina! Arizona -se sentó y me miró- Jorge va a matarme si se da cuenta que quiero dejarle para estar con una chica -susurré.

-Bien, yo... no sé qué decirte.

Me perdí, la verdad no sabía cómo reaccionar a aquella situación, qué hacer, qué decir o cómo verla, había sido demasiado extraña la manera en que había soltado todo sin tapujos ni previsiones.

-¿Por qué no dices nada?

-Porque no tengo nada para decir, tú dices y haces cosas y luego te da miedo y me mandas a la mierda pero luego vuelves y me quieres de nuevo dispuesta y, eso, Calliope, es digno de una persona egoista y demasiado egocéntrica -mi tono era de enfado y podría decir que no sabía por qué me enojaba si era lo que yo quería que pasara, pero, la verdad es que tal vez no quería que pasara así.

-¿Por qué estás molesta?

-Porque no vamos a jugar a ser novias cuando se te antoja, yo no soy un juguete ni tu segunda opción, y no vayas a dejar a tu novio porque crees que empezarás algo conmigo, a partir de hoy si tú quieres algo conmigo vas a tener que rifartela bien alto porque aunque no era esa la idea, tus palabras y actuar me hacen querer hacerlo así.

-¿Perdona? ¿Qué dije mal?

-Todo, ¿qué me asegura a mí que no voy a ser otro error tuyo? ¿Que no vas a encontrar a otra chica o chico y vas a ir un día en plena noche a decirle que no me quieres más, que me quieres dejar para estar con él o ella?

-¿En serio estás preguntando semejante estupidez? -estaba molesta.

-No te lo pregunto a ti, son mis dudas las que quiero que sepas que existen, y que no voy a ser tu novia, no pronto y no solo porque así lo quieres, si me quieres de verdad, inténtalo. Ahora, sal de mi casa.

"Hola, soy yo" -Calzona.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora